Secuestrada


Cuando abrió los ojos se encontró echada encima de una cama totalmente desnuda. Al comprobar su desnudez rápidamente se cubrió con una manta que tenia a los pies de su cama. Se sentó y empezó a inspeccionar el lugar donde se encontraba.



Una bombilla encendida en el techo iluminaba la estancia. En un rincón estaba la cama y en el opuesto estaba un lavabo, un wáter y una ducha sin paredes de separación ni cortinas. No había ninguna ventana.



En una pared estaba la puerta y en la opuesta había un agujero como a un metro del suelo que la intrigo y la motivo a levantarse de la cama para inspeccionarlo más de cerca.



Se arrodillo frente al agujero de la pared y no vio nada, estaba oscuro. Lentamente introdujo su mano y todo su brazo y no logro tocar nada. Se extraño y volvió a la cama.



Al sentarse en la cama miro hacia la puerta que tenía enfrente y descubrió que junto a ella había un timbre, como de portero automático, que antes no había visto.



Al preguntarse por su situación recordó que iba de camino hacia el instituto y de pronto una mano con un pañuelo le tapo la nariz y la boca y ella peleo para liberarse pero no lo lograba. Esto es lo último que recuerda.



Su cuerpo se estremeció al constatar que estaba secuestrada. Instintivamente de cubrió con la manta



Quiso dormir. Su cabeza estaba a punto de estallar. Quería apagar la luz pero descubrió que no había ningún interruptor. Se cubrió enteramente con la manta y se durmió.



No sabía cuanto había dormido. Ya no le dolía la cabeza y de pronto le entro hambre.



Tímidamente se levanto y llamo al timbre que había junto a la puerta.



Una voz varonil y muy amable contesto a su llamada



- ¡Hola! Laurita ¿Has dormido bien? Ya veo que sí. Estas preciosa.



Al oír aquellas palabras corrió hacia la cama y se tapo con la manta.



Después de unas risas, la voz continuo.



- Laurita, como acabas de descubrir estas secuestrada. Ya sabemos que tu familia no tiene dinero para pagar un rescate, tampoco se lo vamos a pedir. Tu libertad depende de ti. Sabemos que eres virgen. Lo hemos comprobado antes de encerrarte en la celda. Y la virginidad tiene un precio.



Tu virginidad es parte de tu rescate. Si voluntariamente consientes en dar tu virginidad a un señor muy amable que ha pagado una pasta por ella saldrás antes de esta celda si te niegas, perderás igualmente tu virginidad y tardaras mas en salir libre, tú eliges.



Por toda respuesta Laura se hecho y se cubrió con la manta



- Tienes dos días para pensártelo y para ayudarte a reflexionar no vas a tener ni agua ni comida en este tiempo.



Laura no pensaba rendirse fácilmente. Continuo echada y trato de dormir.



Ya no sabía el tiempo que llevaba escondida debajo de la manta. Se atrevió a sacar la cabeza para ver si todo seguía igual y todo seguía igual a excepción de un vaso de agua que había en el suelo junto a la puerta. Lo cogió y se lo bebió quiso beber mas del grifo del lavabo pero no tenia agua. Volvió a la cama y se quedo profundamente dormida.



Quiso darse la vuela en la cama y noto que no podía abrió los ojos horrorizada y se encontró que estaba echada encima de una especie de columpio y cada mano y cada pie estaba atado a una cadena de este columpio. Tenía los brazos y las piernas levantadas y separadas. Estada atada e indefensa.



Una luz la iluminaba a ella, el resto de la habitación estaba a oscuras. Tiro de piernas y brazos para liberarse pero lo único que consiguió fue lastimarse las muñecas y los tobillos. Se dio cuenta que su esfuerzo era inútil y paro.



La misma voz de siempre volvió a hablar



- Laurita como no contestaste a nuestra amable petición hemos tomado nosotros la iniciativa. Don Antonio es un señor muy rico que solo hace el amor con vírgenes. Ha pagado mucho dinero por tu virgo. Te ruego que seas amable con él y él lo será contigo.



Volvió a tirar con rabia de brazos i piernas para constatar de nuevo que no podía liberarse y solo hacerse daño.



Cuando paro de forcejear, a sus pies, apareció un hombre alto, gordo, lleno de pelo y con una caperuza en la cabeza. Le miro a los ojos y los encontró desorbitados. Al hombre que tenía delante le entusiasmaba lo que veía.



Don Antonio tenía delante a una jovencita de 15 años cuyo cuerpo dejaba de ser el de una niña sin ser, todavía, el de una mujer. Su piel era clara, blanca. El verano quedaba lejos y el bronceado hacía tiempo que había desaparecido. Sus pequeños y duros pechos apuntaban al techo y su pubis tenía tan pocos pelos que apenas lo cubrían. Sus piernas eran finas y largas como buena atleta que era.



Una manos grandes y vellosas acariciaron el cuerpo de la joven para comprobar que aquello no era un espejismo que era todo real.



Al primer contacto Laura quedo paralizada. Era la primera vez que un hombre la tocaba. Esta pasiva actitud de Laura la interpreto Don Antonio como que sus caricias surtían efecto y que a la niña le gustaban. Esto lo excito todavía más.



Después de acariciar los pechos, Don Antonio, se inclino para chupar sus pezones. Mientras sorbía, mordisqueaba y chupaba los pechos su enorme barriga peluda se iba restregando inocentemente en el pubis de la niña y estas caricias involuntarias no dejaron de hacer su efecto. Provocaron el primer suspiro de placer de la niña.



Después de de hartarse de chupar, lamer, amasar y tirar de los pechos, el desvirgador de arrodillo frente al coñito virgen que pronto dejaría de serlo. Paso sus manos sobre él. Separo con delicadeza sus labios vaginales y su lengua lo recorrió todo.



Esto provoco el segundo suspiro de la niña.



La lengua volvió a recorrer el interior del coño y de pronto, como una sorpresa, descubrió el clítoris. La punta de la lengua dio vueltas a su alrededor, después unos dedos le dieron unos pellizcos. A continuación unos labios lo sorbieron para al fin ser machacado por un enorme dedo.



Este ataque en toda regla a su clítoris le provoco un rápido aumento de su temperatura corporal y no paró hasta provocar el primer orgasmo de su vida que no era fruto de una masturbación sino producido por un hombre.



Don Antonio paro de masacrar el clítoris para que la niña disfruta libremente de su momento de éxtasis. Cuando las colbulsiones pararon, el hombre hablo por primera vez.



- ¡Bien, mi niña! Ya has obtenido el primer orgasmo. Vas a tener más pero yo no te penetrare hasta que tú me lo pidas. Yo no violo a las niñas, yo las desfloro porque me lo piden, porque insisten en que las penetre.



Laura pensó que lo tenía claro si pensaba que ella le iba a pedir que la penetrara un tipo gordo y peludo que podía ser su padre. Estos pensamientos la tranquilizaron a pesar de la situación en la que se encontraba.

El cuerpo de Laurita disfrutaba de su primer orgasmo, olvidándose de su situación y hacia mal porque Don Antonio tenía mucho que hacer todavía.



Las enormes manos del hombre volvieron a recorrer todo el cuerpo de la niña que pronto seria mujer a petición propia, según había prometido.



Los pechos volvieron a ser amasados, los pezones pellizcados y tirados y la calentura de Laura volvió a aumentar rápidamente. Una mano se deslizo hacia el coño mientras la otra continuaba con las tetas.



De la palma de la mano que acariciaba la vulva se separo el dedo corazón que se dedico a castigar el clítoris. Pronto la niña estaba lista para otro orgasmo pero de pronto todo se paro. Las manos que la hacían tan feliz abandonaron su cuerpo y aquel orgasmo que estaba a punto de disfrutar se desvaneció y esto no le gusto



Cuando se hubo tranquilizado un poco unos dedos abrieron sus labios vaginales y una lengua volvió a lamer lo mas intimo de su ser. Ahora la lengua penetraba en su interior como si quisiera desvirgarla. Esto era nuevo para ella y pronto volvió a estar a punto de un nuevo orgasmo y todo volvió a pararse justo en el último segundo.



Su cuerpo quería un orgasmo se encontraba tenso, quería orgasmos y no la dejaban.



Después de unos segundos de tranquilidad, Don Antonio, volvió a la carga. Se olvido del coño. Le descubrió el ano y lo acaricio con su lengua. Laura salto como un resorte.



- ¡Ja, ja! Rio Don Antonio- el culo no es una de mis debilidades pero ya abra otros que te harán descubrir los placeres de la puerta secreta.



Este comentario la intranquilizo pero como el hombre volvió a pellizcar su clítoris se concentro en su placer.



Unos hábiles dedos abrieron su vulva y una experta lengua recorrió todos los rincones de su coño y cuando estaba a punto de tener su merecido orgasmo todo se paro. Su cuerpo se retorcía porque quería orgasmos pero sola y atada no podía. Su chocho estaba totalmente húmedo. Su torturador la contemplaba entusiasmado.



- Quiero tener un orgasmo- dijo Laurita con un hilo de voz.



- ¿Que dices? Pregunto Don Antonio, como si no lo hubiera oído perfectamente. Era lo que estaba esperando.



- Quiero que me la metas, sucio cabron- grito Laurita. Estaba histérica.



- Tú me lo has pedido y yo te complaceré.



Se puso en pie y la niña se fijo por primera vez en el pene de su desvirgador. Era una buena verga, gorda, sin exagerar, llena de nervios que terminaba con un gran glande rojo y con un ojete que miraba a la niña desafiante pues se abría y dejaba salir un liquido como una baba brillante. Esta preciosidad de órgano masculino se apoyaba en unos enormes cojones llenos de pelo negro.



Laurita se paralizo. Delante suyo se encontraba un oso lleno de pelo del que sobresalía un pene blanco con un ojete que tenía una mirada amenazante. Si antes lo tenía claro que quería ser penetrada ahora ya no.



- Si me penetras con esta monstruosidad me dolerá mucho. –dijo Laurita con su vocecita asustada.



- Mi pene está bien, es de buen tamaño pero no es nada exagerado. Los hay mucho más grandes. Ya los conocerás. Si me la llenas con saliva de tu boquita entrara mas fácilmente y no te dolerá tanto.



Sin contestar Laura giro la cabeza a un lado y abrió la boca.



Don Antonio no se hizo rogar y en un santiamén le enterró su verga en la boquita virginal de la niña y empezó a culear como si estuviera follando en la boca.



Laura como quería llenar de saliva la enorme verga la recorría con su lengua por todos los rincones lo cual excitaba muchísimo a Don Antonio.



Los lengüetazos de la niña provocaron que la verga del hombre aumentara de tamaño y estuviera a punto de descoyuntar las mandíbulas de la niña. Al llenar totalmente su boca, en el mete saca, los dientes rascaban en toda su longitud la verga del hombre que estaba a punto de alcanzar la temperatura de ebullición.



El hombre empezaba a sudar como un cerdo debajo de la caperuza de cuero negro que tapaba parte de su cara para que la niña no pudiera reconocerlo. Solo dejaba a la vista una poblada barba negra con algunos mechones blancos.



- Eres divina, mi niña. Dijo.



La calentura también había aumentado en Laurita.



Don Antonio salió de la boca y se situó entre las piernas de la niña. El ojete de su verga ya no miraba el coño que iba a desvirgar sino que miraba al techo mostrando toda su esplendorosa longitud.



Entre deseosa y aterrorizada la niña miraba la verga. La deseaba y la temía al mismo tiempo



El torturador de Don Antonio cogió la verga con una mano y con la otra abrió los labios virginales del coño de la niña y restregó su glande en la entrada. Con su ojete empujo el clítoris.



- A que esperas cabron. Métamela de una vez- grito desesperada.



Don Antonio apalanco su verga a la entrada y la soltó. Coloco sus dos manos en la cintura de la niña y despacito atrajo en cuerpo virginal hacia el suyo. El no se movía era el cuerpo de la niña que penetraba en su verga.



La verga iba penetrando despacio y apretaba al intruso que se colaba en su interior.



- Que estrecho lo tienes. Que gusto me das



La niña recibía sensaciones nuevas y todas muy placenteras pero quería mas.



De pronto el avance se interrumpió. El glande había tropezado con un obstáculo que cerraba su paso. La niña se asusto y el hombre sonrió.



Con un golpe de riñones Don Antonio perforo el himen de la virgen y penetro hasta el final al mismo tiempo que la niña dejaba de serlo para convertirse en mujer y para que todo el mundo lo supiera lanzo un grito que lo hubiera escuchado todo en barrio si la habitación no hubiera estado insonorizada.



Si antes los movimientos del hombre eran lentos y cadenciosos ahora eran todo lo contrario eran rápidos y desesperados.



Las manos del desvirgador acercaban y alejaban el cuerpo virginal cada vez más rápido de su verga. Cada vez resoplaba mas. El orgasmo de la niña cada vez estaba más cerca



Y por fin llego un orgasmo explosivo, que no tenia fin y cuando parecía que terminaba recibió una descarga de semen que provoco que el orgasmo se prolongara mas



Cuando Don Antonio noto que le llegaba su corrida clavo su verga hasta el fondo de la vagina como intentando que su leche le saliera por la boca a la niña. La clavo tanto que cuando termino se derrumbo sobre el cuerpo de su víctima y así estuvo hasta que se recupero y su polla dejaba de escupir semen.



Recuperada la respiración, Don Antonio se incorporo y su verga antes tan orgullosa ahora se mostraba tímida mirando al suelo. Al salir el pene del coño virginal también salió gran cantidad de semen mezclado con sangre.



Todo el esfuerzo realizado por Laurita hizo que se durmiera tal como estaba, atada de pies y manos a unas cadenas como de un columpio y con el coño babeando sangre y semen.

Laurita no, Laura había dejado de ser niña, ahora ya era una mujer. Se despertó en la cama de siempre desnuda y cubierta por una manta. Miro a su alrededor y se entristeció pensaba que había tenido un mal sueño y constataba que el sueño era la realidad.



Se tumbo y se volvió a cubrir con la manta. Le escoció su vagina e instintivamente cubrió con una mano su pubis. Una sonrisa de placer ilumino su cara, recordaba su desfloración y el placer obtenido y disfruto con el recuerdo.



De pronto su estomago protesto, hacia mucho tiempo que no le llegaba ningún alimento. Laura tenía hambre. Volvió a inspeccionar la habitación para descubrir si había algo que llevarse a la boca y no encontró nada.



Decidida apretó el botón del interfono y grito: - tengo hambre.



- Buenos días Laura – dijo la voz de siempre- y continuo: Ya has pagado el primer tercio de tu rescate si quieres comer te lo has de ganar. Por el agujero que hay frente a la puerta aparecerá una verga cada vez que aprietes el botón del interfono y digas que tienes hambre. Si el servicio que hagas a la polla que se te ofrece es de primera calidad tendrás comida de primera calidad, si tu servicio es de mala calidad tendrás comida de mala calidad. Tu desvirgamiento fue un placer para todos.



Los muy guarros no solo me observan con las cámaras que hay colocadas en cada una de las esquinas de la habitación sino que también me gravaron cuando me desvirgaron. Canallas.



Furiosa se volvió a su cama y se sentó a meditar. Como el hambre apretaba deicidio apretar el timbre y gritar ¡Tengo hambre!



No pasaron ni cinco minutos y en el agujero que le había llamado la atención cuando despertó en aquella habitación, apareció un verga más pequeña que la de Don Antonio. Era la segunda polla que veía en su vida. Le dio asco. Se la miraba desde la cama sin saber cómo actuar. En su cabeza le sonaban las palabras: mejor servicio, mejor comida.



Se decidió. Con paso decidido se acerco a la verga que se le ofrecía, la cogió con desgana y la sacudió rápidamente para que eyaculara lo más rápido posible. Después de dos lechazos, soltó el pene y se volvió a su cama a esperar la comida.



Una vez la polla se hubo retirado de su sitio, se abrió una trampilla en la parte inferior de la puerta, a ras de suelo, y por ella paso un plato con un mendrugo de pan y un vaso de agua.



Al ver aquello, Laura indignada, grito, me vais a matar de hambre. Nadie contesto a su protesta. Cogió lo que se le ofrecía y se lo comió.



Intento dormir para no pensar pero no podía, su estomago quería comer más.



Mas dócilmente volvió a pulsar el timbre y con voz más suave dijo: tengo hambre.



Tras un momento de espera apareció una verga fina, no muy larga. A Laura se le antojo la verga de un adolescente. Una verga en plena formación que aun había de crecer más.



Estos pensamientos enternecieron a Laura y miro la verga con cariño. La cogió con suavidad. Comprobó que los cojones apenas tenían pelo, lo que reafirmo su primera impresión y eran muy pequeños.



Acaricio la verga y los huevos con suavidad. La descapullo lentamente y sin saber porque le dio un beso en la punta.



Todos estos toqueteos hicieron reaccionar a la verga y empezó a crecer rápidamente. Un dedo de de Laura penetro dentro del agujero para jugar con los pelos del pubis.



Después de tanto toqueteo la polla presentaba una buena erección y ante aquella muestra de virilidad no se le ocurrió otra cosa que pasear su lengua por el glande. Del ojete del nabo salió una gota de liquido preseminal que Laura limpio de un lengüetazo y como le gusto su sabor se introdujo todo el glande en la boca. Su lengua no paraba quieta ante el intruso de su boca. Recordó que a Don Antonio le gusto que sus dientes rascaran el tronco de su polla e hizo lo mismo con aquella polla de adolescente. Cerro sus dientes y succiono, chupo y lamio cada vez con más deseo. A ella aquello también le empezaba a excitar.



Con una mano agarraba la verga y chupaba como una desesperada y con la otra de machacaba el clítoris para tener también ella un orgasmo.



De pronto la polla se tenso y empezó a tirar lechazos, parecía una fuente. Hasta cinco conto. Le llenaron la boca y se lo trago todo, no podía despreciar nada. Con la eyaculación de el llego el orgasmo de ella y después de limpiar la verga con la lengua se retiro a su cama.



Unos momentos después se abrió la trampilla y apareció una bandeja con un botellín de vino, un panecillo, un plato de espaguetis, una pechuga de pollo con patatas y un enorme plátano.



Aquello era un festín. Se lo llevo a su cama y lo devoro en un momento. Con el estomago lleno le entro un sueñecito y se hecho en la cama para hacer la siesta.



Quiso darse la vuelta en la cama y no pudo. Se despertó sobresaltada. Volvía a estar en el mismo lugar y en la misma posición que cuando la desvirgaron. Forcejeó con rabia pero pronto paro, sabía que era inútil. Se resigno a su suerte.



- ¡Hola Laura! Veo que te has despertado. Prepárate que vas a pagar otro tercio de tu rescate –dijo la voz de siempre.



A sus pies apareció de pronto un hombre negro. Como se coloco entre sus piernas no pudo ver que aparato tenia. Llevaba la tradicional capucha de cuero negro pero a diferencia de Don Antonio este no tenia pelo ni en la cara ni en el cuerpo. Lo que si tenía era una incipiente barriguita lo cual podía indicar que el individuo tendría unos cincuenta años. Sus brazos se veían fuertes y sus pectorales amplios. En definitiva un cuerpo que había hecho mucho ejercicio pero que últimamente se había abandonado.



Las manos del negro recorrieron todo su cuerpo. Contrastaban unas manos negras sobre un cuerpo tan pequeño y tan blanco. Después de acariciar los pechos tiro de los pezones con fuerza lo cual hizo gritar a la mujer y retorcerse en el columpio.. El negro no hizo caso y continuo con sus toqueteos.



Dejo los pechos y puso una mano en la su cara, introdujo un dedo en su boca, luego dos y al fin tres. Los entraba y sacaba con si le estuvieran haciendo una felación. La chica pronto entendió el juego, lamia y chupaba los dedos como si de una polla se tratara.



Saco de la boca los tres dedos llenos de saliva y los traslado a la vagina que acaricio y abrió con la otra mano. Una vez los labios vaginales estaban abiertos introdujo un dedo y lo movía como de si una pequeña polla se tratara. Una vez había recorrido toda la circunferencia vaginal introdujo un segundo dedo y luego el tercero



A Laura tantos dedos en la vagina era demasiado para ella. Mientras los dedos continuaban entrando y saliendo en su coño unos dientes mordieron su clítoris, no muy fuerte pero lo suficiente para que le saliera un grito de su garganta.



El negro continuo impasible. Con su boca continuo castigando el clítoris y con sus dedos dilatando el coño.



Cuando ya se había acostumbrado al grosor de los tres dedos apareció un cuarto dedo que también quería entrar hasta el fondo. Aquello era demasiado y las compuertas de su vagina se abrieron a un explosivo orgasmo que humedecieron los dedos de su torturador negro.



A diferencia de Don Antonio, el negro no interrumpió sus caricias mientras se convulsionaba con su orgasmo, esto ocasiono que tardara muy poco para estar a las puertas de un segundo orgasmo el negro saco la mano torturadora de su coño.



Laura levanto la cabeza para ver qué pasaba y observo que el negro se incorporaba y le mostraba la verga que antes no había podido ver.



La polla del negro estaba en plena erección. Era larga, la más larga de todas las que había visto, que no eran muchas. El glande era pequeño y afilado y a medida que la verga descendía a su base se iba ensanchando con lo cual empezaba muy fina y terminaba en un grosor considerable. Era mes cónica que cilíndrica



Esta aguja me va a reventar por dentro, pensó Laura.



El negro cogió su tranca, apunto y la enterró en el interior de Laura hasta el fondo. Los dilatados músculos vaginales recibieron la negra polla sin apenas notarla. La habían dilatada demasiado y ahora apenas notaba nada solo golpes acompasados en el fondo de su vagina.



Aquella penetración no le gustaba. Mas que calentarla la enfriaba. El negro noto el desinterés de Laura y decidió ayudarla castigando su clítoris con los dedos. Esto sí que le gustaba. Cuando ya estaba a punto de su segundo orgasmo el negro la abandono.



Levanto la cabeza y comprobó que el hombre se ponía otra vez de rodillas y se pregunto ¿Y ahora qué?



Pronto saldría de dudas. Las manos del negro separaron sus glúteos para descubrir su ano. Una húmeda lengua lamio su culo y parecía que la punta lo quería penetrar.



Una vez estaba todo lleno de saliva se retiro la lengua y su lugar fue ocupado por un dedo. Este si tenía fuerza y consistencia para entrar dentro del culo.



Laura apretó los músculos de su ano alrededor del dedo invasor pero pronto comprobó que no le dolía, que era una nueva sensación y se abandono a las oleadas de placer que le llegaban de su ano.



Pronto hubo dos dedos y luego tres. La dilatación anal cada vez era mas difícil y dolorosa. Ya no la soportaba. Se retorcía y quería librarse del castigo que le infringían



Cuando parecía que no podría aguantar más y se desmayaría, los dedos abandonaron su culo y ella empezó a recobrar el aliento.



El negro se incorporo y la volvió a penetrar en la vagina. Ella suspiro aliviada pues pensaba lo peor y este alivio junto a las caricias que le daba en los pechos y el clítoris le provocaron el segundo orgasmo que inundo la polla del negro con sus líquidos.



El negro continuo entrado y saliendo de la vagina sin respetar el orgasmo de Laura



Mientras orgasmaba no notaba dolor en el culo.



La verga entraba y salía de Laura con un ritmo lento pero constante y una vez salió del todo y en lugar de volver por el camino conocido penetro por el ano hasta el fondo.



Laura esto no lo esperaba y lanzo un grito que no se sabía si era de dolor o de sorpresa lo cual provoco que su esfínter se cerrara instintivamente alrededor de la negra verga lo cual provoco un suspiro de satisfacción a su enculador. Pero el negro impasible continuo con su mete saca.



A Laura la verga del negro cada vez le molestaba mas. Parecía que aumentaba de tamaño por momentos.



Cuando las molestias y el dolor se hacían más insoportables, cada vez se revolvía mas y el negro cada vez la cogía con más fuerza hasta que se la clavo entera, paro y la inundo de semen.



Al hincharse la verga para soltar el semen provoco tal dolor en Laura que se desmayo y ya no recuerda nada mas de la desfloración de su culo.
Laura se despertó en la cama que había sido su refugio en los últimos días. No sabía los días que llevaba encerrada en aquella habitación. No sabía si era de día o de noche. Había perdido la noción del tiempo. Mientras pensaba en todas estas cosas su estomago le dio un retortijón, había que comer. Ahora ya sabía que había que hacer para llenar el estomago.



Resignada se levanto, fue directa al timbre del interfono y grito que tenía hambre.



En un momento apareció una verga en el consabido agujero. Estaba flácida. Se acerco y vio que debajo de la polla colgaban unos cojones holgones no muy grandes cubiertos por unos pelos blancos y no muy abundantes.



Por la flacidez de la polla, de los huevos y los pocos pelos blancos que los cubrían pensó que eran propiedad de un abuelete.



Laura pensó en su abuelo y en lo triste y taciturno que se volvió después de la muerte de su abuela. En recuerdo de su abuelo decidió dar un excelente servicio al abuelete que tenía delante.



Con las dos manos acaricio la flácida bolsa. Descapullo la pequeña verga y lentamente y con mucho amor se la introdujo en la boca. Mientras chupaba el glande, con dos dedos masturbaba el pene y con la otra mano jugaba con los huevos dentro del escroto.



Todas estas caricias apenas habían hinchado un poco la verga. Laura comprobó que todo su esfuerzo apenas se traducía en una erección aceptable. Pensó que había que hacer otras cosas pero no sabía qué.



De pronto se le ocurrió. La mano que jugaba con las bolas se introdujo dentro del agujero y entre las piernas del hombre le empezó a acariciar los glúteos. Sus dedos se introdujeron en la raja y el dedo corazón le busco el ano.



Pasar el dedo alrededor del ano fue como agua de mayo y la verga se puso dura en un momento.



Ahora Laura chupaba con más ganas. Ella también empezaba a calentarse. Jugando con el ano de su hombre al final el dedo se coló en su interior que pareció gustar a su dueño.



La verga estaba totalmente dura pero le costaba eyacular.



De pronto tubo una idea. Se puso de pie frente a la verga y se la acerco a su coño. Se la quería introducir pero no podía, la pared estaba demasiado cerca y la polla era demasiado corta. Lo único que había conseguido era que el glande acariciara sus labios vaginales y que sus pelitos hicieran cosquillas al abuelo.



Defraudada por sus esfuerzos inútiles, cuando se volvía a agachar para continuar con la felación y aun tirando de la polla comprobó que esta tenia espasmos y empezaba echar semen. Dos o tres lechazos y no muy cargados y el orgasmo del abuelete termino.



Su trabajo con el hombre había terminado pero ella estaba muy caliente y también tenía ganas de orgasmos. Se hecho en la cama y se masturbo.



Una vez conseguida la tranquilidad se incorporo y comprobó que en el suelo junto a la puerta estaba la bandeja de la comida con un botellín, esta vez de cava, un panecillo, un plato lleno de canapés variados, un inmenso filete con champiñones, un enorme plátano y hasta un café calentito.



Trago toda la comida en un momento y con el estomago lleno se tumbo y le entro el sueñecito de siempre.



Se despertó sobresaltada. Estaba atada por las manos separadas y por encima de la cabeza. Estaba sentada en el suelo. Un foco sobre su cabeza la iluminaba. El resto de la habitación estaba a oscuras.



Instintivamente intento liberarse pero no pudo y enseguida lo dejo.



La voz de siempre le comunico que iba a pagar la tercera parte de su rescate, tras lo cual sería libre.



Ante sus ojos aparecieron dos hombres. Se parecían físicamente. Los dos llevaban barba, pelo corto y rizado, poco pelo en el cuerpo y su piel era de un color como aceitunada. Eran moros. Los típicos integristas islámicos que se ven en la tele pero aquí iban desnudos. Se presentaron delante de Laura cogidos de la mano.



Se pararon delante suyo y se dieron un beso en la boca.



Al ver esto, Laura retrocedió todo lo que le permitió la cadena.



Los dos moros continuaron besándose sin que la presencia de la mujer les importara. Uno de los hombres se arrodillo delante de su compañero y empezó a mamarle la verga como si con ello le fuera la vida. Con una violencia y unas ganas que pronto su dueño le aparto la cabeza de su pene sino terminaría enseguida.



El mamador se quedo en el suelo y el que estaba en pie se agacho a buscarle la verga y se la empezó a mamar con mas delicadeza y suavidad con lo que tardo más tiempo en tenerla dura.



Mientras Laura miraba sin comprender.



Cuando los dos moros tuvieron la polla bien levantada. Los dos se giraron y se volvieron hacia Laura. La levantaron y la colocaron en medio de los dos.



El que tenía en frente le empezó a bezar las tetas, los pezones. Luego los cogió con sus manos y los pellizco. Cuando tuvo las tetas bien sobadas las abandono y se arrodillo ante el altar del amor. Lo encontró lleno de pelos, no muchos, pero eso le degustó y se fue. La abandono a ella y a su compañero.



El moro de la retaguardia tampoco estuvo parado. Le recorrió la espalda. Luego le paso las manos por su vientre y la atrajo junto a él y los dos cuerpos se pegaron. Laura pudo sentir toda la virilidad del moro en la raja de su culo y ahí estuvo restregándosela un rato.



Pronto volvió el moro fugitivo y traía dos maquinillas de afeitar, jabón y un poco de agua.



La obligaron a separar las piernas y uno por delante y el otro por detrás la dejaron limpia de pelos en un momento.



Sin pelos las manos de los hombres ocuparon sus partes intimas. Tras ellas vinieron sus lenguas. Una le recorría el coño y la otra el culo. Después de las lenguas volvieron los dedos, ahora ensalivados, que la penetraron por todas partes.



Era demasiado para ella. Tantos dedos, tantas lenguas empezaban a lograr que su temperatura corporal aumentara y se empezara a humedecer.



Uno de los moros, el del frente, se levanto, cogió su cabeza y la hizo descender hasta su polla. No tuvo que decirle nada ya sabía lo que quería. Se la empezó a chupar. Hacia lo que podía pues la posición era muy complicada, de pie con las piernas separadas y con un hombre entre ellas que tanto le chupaba el culo como el coño. Los brazos se hacían daño al inclinarse hacia delante para chupar la verga del otro moro. Pero pronto este esfuerzo se termino.



El moro que estaba detrás también se levanto y aprovecho la posición de la chica para metérsela de un solo golpe en el culo.



Laura soltó la verga que mamaba. No se esperaba este ataque y grito.



El grito despertó al otro moro que la penetro por delante.



Los dos moros entraban y salían de Laura con rapidez y violencia parecía que querían terminar rápido.



Las vergas de los moros ya se sabe que son de tamaño regular, no espectacular. Lo excepcional es que tardan mucho en eyacular y eso Laura no lo sabía.



De pie en medio de los hombres con la piel aceitosa, ella que era tan blanca parecía un bocadillo.



Se agarraban con fuerza a ella para no caer y para penetrarla más profundamente.



Dos pollas a la vez era demasiado. Aunque eran más pequeñas que las de sus desvirgadores no le gustaba, no gritaba pero sus lamentos eran evidentes.



Sin avisar y sin decir nada los dos moros se intercambiaron la posición. Laura no noto ningún cambio. Cada uno iba a su ritmo. De pronto la marcha se ralentizó y despacio muy despacio entraban y salían de ella hasta que los dos a la vez se la clavaron hasta el fondo y allí aguantaron hasta que eyacularon del todo.



La doble penetración en lo más profundo de su ser provoco que Laura lanzara un grito y se desmayara.



Cuando se despertó se encontraba sentada en un banco del parque central de la ciudad y vestida con la misma ropa que llevaba en día que la secuestraron y en el bolsillo las mismas monedas que tenia para coger el autobús.




Al despertar recordó todo lo que le había sucedido tras el secuestro. ¿O tal vez lo del secuestro era producto de un sueño?

Unknown

Escritor, recopilador, sexólogo, psicólogo y filósofo. Amante de las mujeres.

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