La gente habla de
traumas que algunas acciones en la vida deja sin entender realmente que es un
trauma, para mi es algo que te marca de tal manera que no puedes dejar. En mi
caso, sé que fue algo horrible pero me marco al punto que me cambio. Odio por
lo que me quitaron y odio por lo que me hicieron. Pero amo lo que ahora soy.
Ocurrió hace un par
de años, me llamo Mercedes, tenÃa yo en ese momento 35 años fui madre muy
joven. Mi hija tenÃa 18 y vivÃamos en una vereda cerca al pueblo. Mi marido lo
mato la violencia recién nació Sara y desde ese entonces nos hemos puesto
frente a la vida solas.
No voy a entrar en
detalles de quienes somos ni cómo eran nuestras vidas. Les contaré como fue esa
tarde de abril y lo que siguió después de eso. Era un lunes 3 de la tarde. Sara
habÃa llegado del colegio y estaba alistando sus cosas para hacer sus tareas.
Yo limpiaba los platos del almuerzo, cuando vi que llegaba un grupo de soldados
a lo lejos. Se veÃa que venÃan de campaña. El que parecÃa ser el capitán saludo
desde la ventana y pidió que si le podÃamos atender. Salà al pórtico.
Buenas doña, somos
la quinta brigada de infanterÃa del batallón “Cóndores” (Nombre ficticio).
Quisiéramos que nos permitiera hacer un pare acá y si es posible que nos
colabore con agua y comida, nosotros le pagamos.
Uno no le dice no a
un grupo armado, si capitán diga no más. Acordamos un valor y les prepare el
almuerzo a los 12 hombres que conformaban la brigada, mientras ellos con una
manguera se aseaban en el jardÃn. Hasta allà no hubo problema mi hija me ayudo
a servirles y atenderles.
Ya sobre las 5, que
estaba barriendo y terminando de limpiar veo a 5 de ellos haciéndole circulo a
mi hija, molestándola y con el rifle levantándole la falda.
-Capitán, por favor
que respeten.
-Tranqui Doña que
los soldados solo se están divirtiendo.
-Pero no con mi
muchacha.
En ese momento uno
de los que no estaba en el grupo se acercó a mà por detrás y me paso la mano
por la cola. La molestamos a usted entonces. Las risas sonaron al fondo del
resto de los soldados. Yo me asuste y entre rápido y abrace a mi niña. Ya eran
7 los que nos rodeaban.
Uno de los soldados
desde adentro grito al capitán.
-Capi, tenemos
tiempo?
-4 horas, respondió
el.
Al oÃr eso, solo
trate de salir corriendo y entre los 7 que nos rodeaban nos persiguieron. Yo
gritaba auxilio, gritaba por mi vida y por la de mi niña. Sara solo lloraba.
Entre todos nos arrastraron dentro de la casa, yo peleaba y pedÃa que nos
soltaran. El más grande me dijo, ya estuvo bueno señora, o nos termina de
entretener o las matamos a las dos.
Hágame lo que quiera
pero no le hagan nada a mi hija.
No logro recordar
que hacÃa cada uno de los 12 hombres que estaban. Solo como miraban aplaudÃan y
gritaban.
Sarita mi amor éntrate
al cuarto. Noooo mama gritaba ella. Uno de los soldados dijo, si ve Doña, ella
se quiere quedar. Déjela que mire y aprenda.
Malditos, cerdos
asquerosos, déjenla tranquila.
Yo tenÃa puesta una
camisa de botones blanca, mi cabello negro largo cogido en trenza y una falda
de flores verde. El soldado más grande al que llamaban el toro, abrió mi camisa
de un jalón rompiendo los botones al aire. Y con un cuchillo trozo el brasier
por el centro. Mis senos quedaron al aire. El los acaricio con fuerza. Yo solo
miraba al piso. Empezó a besarme el cuello, los labios. Otro soldado termino de
rasgar mi falda y me cogÃa con fuerza la cola. El tercero se bajaba la
cremallera y se sacó el pene mientras se masturbaba mirando a los otros dos
como me manoseaban.
Luego me pusieron de
rodillas y me obligaron a chuparle el pene al que se estaba masturbando.
-Eso pónsela dura a GarcÃa.
Va a ser la mamada de su vida. En eso se acercó un cuarto hombre el cual
también pidió lo mismo. Yo solo estaba pendiente de Sara la cual estaba frente
a mi llorando mientras los hombres la obligaban a mirar.
Doña Mercedes
enséñele a Sarita como se chupa una verga. Colocaron de rodillas al lado mÃo a
mi hija.
-DÃgale, o la mato.
Yo trague saliva y
entendà que no tenÃa como salvarme y que siendo complaciente era que podÃamos
sobrevivir esto.
Amorcito mira,
tienes que coger el pene desde la base, lo masajeas para que se le ponga duro.
Tome una de las 5 vergas que en ese momento nos rodeaban a las dos. Luego le pasas
la lengua a la punta asÃ. Y con la punta de la lengua masajeaba la glande del
soldado al que le tenÃa la verga cogida de la mano.
Otro soldado tomo mi
mano y se la llevo a su pene para que lo empezara a masturbar. En un momento
estaba besando y dándole mordiscos suaves al pene del primer hombre y
lengüetazos al segundo.
Sarita amor, luego
pones los labios sobre la glande y empiezas a darle como besos, y succionas
como si fuera un helado. Mientas le hacÃa eso al primero masturbaba rápido al
segundo. QuerÃa que se vinera rápido.
Deje que la niña
intente.
No eso no fue lo que
acordamos, le dije que me dejaba lo que fuera pero que no se metieran con ella.
-Se va a poner
difÃcil dÃganos de una vez y a golpes la ablandamos.
-Mama, no te
preocupes, no soy ningún bebe. Tranquila yo puedo. Al terminar eso tomo a otro
de los 5 y ella empezó a hacer lo mismo que yo hacÃa. Ahora éramos las dos y
estábamos a ratos con dos vergas en la mano mientas que sentÃa los otros penes
batirse a nuestro alrededor. Mirábamos y todos los doce estaban desnudos o
manoseándonos o masturbándose. Yo estaba ya solo con un cachetero azul pálido
el cual trataban de romper mientras otros me tocaban la vagina el ano y los
glúteos.
Se acuesta el
primero y dice tráiganme ese coño. Y me ponen de rodillas sobre la cara de él.
SentÃa su lengua hacer cÃrculos en mi vagina, la punta tocaba mi clÃtoris o
trataba de entrar en mi ano ya no sabÃa cuántas manos me tocaban, los senos y
siempre tenÃa una verga en una mano y la otra en mi boca.
Pónganme al coñito
joven que quiero comer teensita. Sara se pasó sobre el tipo que me lamia la
cuca, le levantaron la faldita a cuadros del uniforme y le bajaron los bikers
que tenÃa asà como la tanguita blanca que usaba. Sara se fue agachando hasta
coger con su mano el pene del soldado. Ella misma lentamente empezó a meterse
el pene. Ella evitaba que entrara todo para no lastimarla, dejaba que metiera
la puntica y la sacaba a cada penetración el pene entraba más y más. Huy que
rico decÃa uno de los soldados al tiempo que rasgaba la falda de Sara.
Luego me pusieron en
cuatro y me la metieron hasta el fondo, sentÃa el corazón palpitar a mil por
hora y tenÃa mi vagina húmeda de la chupada que me habÃan dado. Me tomaron de
las caderas y me dieron un culiandon absurdo. Miraba a Sara que se mordÃa la
mano mientras el que se la tenÃa adentro se movÃa al mismo ritmo rápido que el
que me tenÃa el pene adentro. Le abrieron la camisita y sin quitársela le
rasgaron el brasier quedando sus téticas pequeñas y redondas al aire. Recordé
en ese momento que yo las tenÃa asà y que me crecieron luego que ella nació por
amamantarla.
El que estaba dentro
de mà se la saco y empezó a eyacular en su mano. En eso llegaron
otros dos y me tomaron. Yo ya estaba un trapo, humillada viendo a mi hija siendo abusada, el ánimo destruido. Me sentaron sobre uno de ellos y me la metió por culo. SentÃa que me dolÃa mucho. Al cabo del rato y cansada de la boca de chupar el pene de todos los que me la acercaban a la cara, el que me golpeaba las mejillas con su pene se hizo detrás mÃo y le dijo al compañero. Démosle al tiempo “Ruiz”. Me penetraron al tiempo. Creo que ese fue el momento en el que no hubo parte de mi cuerpo que no estuviera siendo tocada. Me mordÃan los labios, me la metieron en la vagina, una polla enorme y una más pequeña dentro de mi culo. Dos penes al tiempo chupando y sintiendo las glande de ellos rozarse entre mi lengua, llegando en mi boca y colmándola de semen.
otros dos y me tomaron. Yo ya estaba un trapo, humillada viendo a mi hija siendo abusada, el ánimo destruido. Me sentaron sobre uno de ellos y me la metió por culo. SentÃa que me dolÃa mucho. Al cabo del rato y cansada de la boca de chupar el pene de todos los que me la acercaban a la cara, el que me golpeaba las mejillas con su pene se hizo detrás mÃo y le dijo al compañero. Démosle al tiempo “Ruiz”. Me penetraron al tiempo. Creo que ese fue el momento en el que no hubo parte de mi cuerpo que no estuviera siendo tocada. Me mordÃan los labios, me la metieron en la vagina, una polla enorme y una más pequeña dentro de mi culo. Dos penes al tiempo chupando y sintiendo las glande de ellos rozarse entre mi lengua, llegando en mi boca y colmándola de semen.
Miraba a Sara y la
tenÃan sobre la mesa chupándole el coño y pasándole los penes por la punta de
sus tetillas. Llegaron en su estómago, en su cara, en su pelo.
Nos comieron toda la
noche una y otra vez. Nos pusieron la una sobre la otra y nos obligaron a
besarnos madre e hija y a que masturbara a mi hija y que mi hija me masturbara
a mÃ. Fue horrible. No fueron 4 horas como dijeron. Al amanecer tomaron sus
cosas y se fueron. Esa noche llegue a tener más de 5 orgasmos por más que trate
de evitarlos y sentirme asqueada mis piernas temblaron y gemimos de placer.
Pasamos 3 dÃas
llorando, nos bañábamos una y otra vez queriendo limpiarnos y quitarnos la
“suciedad”.
Nunca los
denunciamos, allá la ley no existe, asà que lo mejor era tratar de seguir
adelante y olvidar. Vendimos todo y nos fuimos para la capital para escapar de
ese lugar.
….
Tiempo después que
tratamos de reconstruir nuestras vidas. VivÃamos en una pieza que habÃamos
arrendado. Era de madrugada y desperté a media noche. Al abrir los ojos vi a
Sara en su cama con las cobijas abajo su camisón levantado al cuello con una
mano acariciando uno de sus senos y la otra dentro de sus calzones dándose
dedo, sobre la cara tenia lo que parecÃa un bóxer de hombre. Era uno de los
calzoncillos de uno de los soldados que se habÃa quitado. A Sara le pasaba lo
mismo que a mÃ. Nos habÃa gustado que nos hubieran poseÃdo de esa forma que nos
hubieran comido. Verla me dio paz y volvà a dormir.
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