Johana

Era una fría tarde de invierno, alcancé mis calcetines del cajón de la cómoda, unos calcetines oscuros de varios inviernos, que aunque bastante poco estéticos, eran muy confortables, la mayoría de mis otros calcetines estaban desemparejados y yacían en la parte baja de mi cama, acartonados, producto del semen reseco de alguna paja rápida durante la semana. Me calcé las zapatillas y me acerque a la ventana donde el viento traía hojas de color ocre y alguna bolsa de patatas que algún chico de un colegio cercano habría consumido días atrás.

Mi nombre es Jaime, soy técnico informático vivo en Madrid, mi vida es bastante modesta, un apartamento de 35 metros cuadrados donde entre semana recibo equipos para reparar y los fines de semana acoplo mis posaderas en un viejo sofá de terciopelo gris desde donde pido pizzas por internet y juego a videojuegos en red, con gente que no conozco sentado juntó a un gran montón de revistas pornográficas de los años 80 que conseguí en una puja en un portal de ofertas tiempo atrás.

Respecto a mi vida social, bueno digamos en que deja mucho que desear, siempre fui muy introvertido, mi círculo de amigos somos definidos como "nerds", nunca sobresalí por nada en especial y siempre estuve enamorado de una compañera que se reía constantemente de mi sobrepeso y mi más que obvió nerviosismo de hablar en público en alguna clase cuando el docente se dirigía a mi.

Por supuesto mi relación con el sexo opuesto en una valoración de uno al diez, no sería posible a menos de que existieran números negativos, las mujeres solo se aprovechaban de mi si les podía reparar el ordenador, y yo aceptaba pago con un simple cumplimiento que solía traducirse en "que buen amigo eres". Recuerdo que mi primera vez, fue a los 23 años y por supuesto pagando, la prostituta en cuestión me dijo que no era plato de su gusto y que tenía que estar agradecido de que necesitará los veinte euros que me costó, fingió su orgasmo y 20 minutos después vi como desaparecía mi dinero y el poco amor propio que me quedaba.

Estaba harto de mi vida, de ser rechazado, de ser hombre de segunda a ojos de todos y de mi patética vida, sobretodo cada vez que me fijaba en parejas paseando por la calle, o por el parque que veía día a día desde mi cubículo donde vivía. Era una situación algo insostenible y con bastante poco futuro, no sabía donde ni como acabaría pero desde luego nada bien, mi cara con acné y mi ropa interior de tonos amarillentos me daban pistas que sería algo poco prometedor.

En cierta ocasión recibía la visita de mi madre, que aprovechaba para recoger los tuppers de comida congelada que me preparaba a la vez que me hacia una rápida colada, siempre entre dientes refunfuñando sobre la idea de cuando encontraría a alguien que pudiera suplirla en sus tareas del hogar.

Un día, me facilito un número de una asistenta del hogar que tres veces en semana podría pasarse por el apartamento y por un módico precio darle un mínimo de dignidad a el espacio que difícilmente pudiera llamarse hogar.

Pasaron los dias en los que seguía con mi triste vida entre memorias ram y fusibles, cuando descubri al introducir la mano en mi pantalón el teléfono de Yohana, así es como se llamaba, tome mi movil y tras marcar,  al otro lado de la línea respondió una voz con un marcado acento rumano, tras discutir aspectos económicos acordamos empezar en la misma tarde.

Eran las 16:00 horas cuando sonó el timbre de la puerta, al abrir descubrí una joven, no más de 20 años, con un pañuelo ataviado a la cabeza y unos útiles de limpieza, tenía unas curvas pronunciadas, se podía adivinar por el vestido un pecho voluptuoso y estrechas caderas y una incipiente barriga probablemente de unos cinco meses de gestación.

Tras pasar el umbral de la puerta el gesto de su inocente cara se recrudeció debido probablemente al olor que restos de comida en la papelera producidas después de varios días allá depositados, me presente y a los pocos minutos ya empezó a poner algo de orden en ese desastre en el que vivía.

Sentado desde mi mesa de trabajo veía como limpiaba los estantes de videojuegos, una piernas torneadas subidas a una silla me daban una visión de unos muslos blanquecinos y una ropa interior blanca; pasaron los días y mi necesidad de verla limpiar era cada día más imperiosa, mis calcetines acartonados se me amontonaban así como mis ideas de poseerla y embestirla, pero es una locura que pasaba después de eyacular y salpicar mi amaestrada mano derecha.

Pasaron las semanas y no quitaba la idea de la cabeza de destrozarla y abandonarla en cualquier rincón en venganza de todo el género femenino que siempre me despreció, era inocente, bella y desgraciada, parece ser que su marido era un alcohólico que lo único que hacia era pegarle día si y día también debido a la otra boca más que le traía para alimentar.

Pero eso no me quitaba la idea de hacerme con ella, al precio que fuera.
Me hablaron de una droga la escopolamina, también conocida como burundanga, es una droga con una capacidad casi inmediata de hacer perder el conocimiento a una persona durante varias horas, tiempo suficiente para dar rienda a mi subconsciente y probablemente de mis instintos primarios más oscuros.

Me hice con dicho producto, tardo un par de días en cegar a mi domicilio, ansioso abrí el paquete y ahí estaban era un bote rojizo de cristal, 25 centilitros, poco pero suficiente para lo que quería, deslice un par de gotas en un vaso de agua durante su día de trabajo, y a los pocos minutos me pidió irse como excepción un par de horas antes, por supuesto accedí, puesto que sabía que uno de los efectos de la escopolamina es la posterior sensación de lagunas mentales, en las dos posteriores horas.

Se fue tambaleándose, eran las ocho de la tarde, tenía que cruzar el parque me hice de un pasamontañas y guardándolo en mi abrigo, me lo enfundé y procedí a seguirla.

Las pocas personas que se cruzaban con ella al verla medio drogada, se volvían y cuchicheaban entre ellos mientras se alejaban, paso junto varios arbustos y ahí desfalleció. Ese era mi momento, me puse mi pasamontañas y aprovechando la oscuridad y su inconsciencia, acercándome a ella la levanté de los brazos y la arrastre entre una caseta de electricidad en mitad del parque, tenía la puerta abierta, la cerradura forzada, y un colchón sucio con manchas de a saber que, probablemente sería el cobijo de cualquier drogadicto o mendigo, igualmente me servía, la tire al suelo, llevaba su uniforme de trabajo, un vestido celeste, el cual abrí con ambas manos, saltaron los botones y allí estaba ella semi-desnuda en una ropa interior, me saqué la polla le quite el sujetador y apareció y pecho impresionante, unos pezones marrón oscuro endurecidos y encogidos por el frío, me falto tiempo para abalanzarme sobre ellos, comencé a chuparlos como un poseso, mi lengua los acariciaba, mis dientes los mordían, podía ver como su cara reflejaba un gesto de dolor, el cual me motivaba cada vez más a descubrir mi polla enterrada en mi carne grasienta, de un tamaño más bien pequeño pero que me iba a reventar, estaba mojada, le rompí las bragas y abriéndole las piernas se la clave todo lo que pude, quizás no lo suficiente pero me daba igual su opinión, no podía ni abrir los ojos por lo que me facilitaba la tarea, no pasaron ni dos minutos bombeándole cuando me vino un chorro enorme de leche, dude si esparcirlo en su cara o quizás en otro lado pero me sobrevino una explosión de placer que no me dio ni tiempo a reaccionar, mi corrida le llenó por completo, un gemido le sobrevino y ahí quedo ella semi-acostada lleno su pelo de hojas, el cuerpo sucio y chorreando esperma por su entrepierna.


Tenía mucho más acumulado para ella, eran muchos años sin tener a una mujer, supongo que solo un encarcelado puede tener tal represión sexual acumulada. Eso es lo que me merecía yo si me pillaban ir a la cárcel de cabeza, pero por otro lado me merecía la pena, era un angel embarazado, iba a ser sobre quien iba a descargar mi ira de tantas mujeres que se reían de mi, de esas prostitutas que se burlaban del tamaño de mi pene así que me termine de desabrochar los pantalones y comencé a orinar sobre su cara a ver si así se despertaba, ríos de orín acababan en su boca, su pelo y sus mejillas, pero apenas surgió efecto. La voltee y un precioso culo me llamaba, aparté ambas nalgas y apareció un precioso ano rosado, escupí e introduje un dedo, ofrecía bastante resistencia, así que volví a escupir para introducir un segundo, allí estaba ella a mi merced, se le empezaron a abrir los ojos y masculló : "por favor, no, me dueleee" una lágrima recorría su cara mezclandose con la meada que la cubrió desapareciendo en el sucio colchón, me importaba poco, apunte mi polla a la entrada de su orificio y se la clavé de una estacada, esperaba que se quejase más, pero parece ser que estaba bien entrenada por el alcohólico de su marido. Inmovilizando sus manos y con mi otra apretandole su cuello, le susurre al oído : " Eres mi puta y como tal te voy a embarazar de nuevo, para que te acuerdes de mi el resto de tu vida" "aaaarggg nooooo por favor" replicaba ella, me tenía de nuevo a punto de caramelo pero en ese momento alguien abrió la puerta, "¿Qué hacéis en mi sitio??" Un miedo se apoderó de mi, erá el mendigo que vivía en ese antro lleno de suciedad, cartones y polvo, vió justo lo que era, una violación en toda regla, pero reaccionó antes su bulto incipiente dentro de sus pantalones antes que su boca para poder poner algún tipo de objeción, por lo que le dije: "Esto es muy sencillo amigo, ayúdame y nos la turnamos", Yohana horrorizada suplicaba que la dejáramos ir, por lo que el mendigo, un señor de unos setenta años tomó sus bragas que estaban en el suelo, le abofeteó con una decisión pasmosa en repetidas ocasiones y cuando comenzó a llorar le puso sus bragas en la boca "menuda sorpresa que me esperaba entre mis cartones, una jovencita que me va a alegrar la noche! Y por lo que veo te gusta ser follada? Pues cómo estas en mis cartones vas a tener que pagar un alquiler, así que voy a empezar a cobrarmelo!". Con la misma cuerda que se amarraba los pantalones, me la dio para amarrarle las manos , por un momento ese viejo con olor hediondo que parecía desvalido se transformó en un obseso que lo único que quería era penetrar a esa jovencita en estado que lloraba por impotencia de no poder defenderse.

Le atamos por las muñecas  y mientras la sujetaba este vagabundo término de bajarse su ropa interior, a ella se le pusieron los ojos como platos cuando vio aquella verga, apestaba, incluso a mi me causo una gran repulsión, pero era descomunal.

Ahí se encontraba ella dos minutos después, expuesta, mordiendo su ropa interior, con una polla pestilente buscando su vagina, forcejeaba, pataleaba pero dos hombres contra ella hacían inútiles sus esfuerzos por zafarse.

Le metía la lengua en su boca, le entraban arcadas incluso llego a escupirle, éste se limpió el rostro e inmediatamente le dijo : "muy bien zorra si así lo quieres lo haremos por las malas", le abrió las piernas y sin miramientos se la clavo de una estacada, repulsivo momento pero placentero verla siendo sometida, se la metí en la boca y comencé a follarmela con la única intención de llenarle la garganta con mi esperma, le apretaba los pechos, pequeños pero turgentes, hasta que mi nuevo amigo decidió cambiar de posición y enfilarsela por el culo, esperaba que fuera virgen pero ya descubrí yo minutos antes que a mi pequeña zorra le gustaba más de lo que nosotros creíamos. El viejo empujo poco a poco hasta que su barriga le alcanzó su culo apretado, centímetro a centímetro colocó su enorme aparato en los intestinos de su nueva adquisición, demasiado placer verla sometida, hasta que no pude aguantar mas y un gran chorro de esperma inundó su garganta, se puso roja entre el vaivén de la enculada que estaba recibiendo y la falta de oxigeno, se le saltaron las lágrimas mientras chorreaban restos de su boca. Seguidamente el señor mendigo se estaba ensañando cada vez mas con el culo, "No mas por favor! Cabron déjame ya en paz!" Susurraba ella con las pocas fuerzas que le quedaban, cosa que animaba a aquel animal sucio a tratarle como la sucia puta que por supuesto nunca iba a pagar. Llegado el momento, la sacó y se la enfiló a su coño húmedo " toma cerda te voy a dejar un regalito para que te acuerdes de mi", "nooooooo hijo de puta que estoy embarazadaaaa" suplicaba ella, pero no le hizo cambiar de opinión es mas, le puso mas caliente hasta que sin avisar le soltó su chorreón de leche caliente y espesa, sujetándole de los pelos le escupió a la cara y acercándose a su oído le dijo "me encanta las putitas embarazadas como tu, y estoy seguro que a mis amigos también les gustaría conocerte" ella lloraba desconsolada y todavía drogada con los efectos de la burundanga.

La dejamos en el colchón sin ropa interior, con los pelos mojados de orín, mi semen chorreándole de la boca, los ojos llorosos pero entreabiertos y el ano abierto y dolorido, definitivamente no se podía mover.

Con un gesto de asentimiento como despidiéndome del mendigo comencé a andar sin prisas para no levantar sospechas por si me cruzaba con alguien, por mi parte me quería alejar lo mas posible de ese parque, alcancé a mirar atrás y vi como el viejo le contaba al resto de sus compañeros de cartones que se arremolinaban alrededor de un fuego cercano como se había follado a una embarazada que seguía medio inconsciente en un colchón dentro de la caseta de electricidad, por lo que sin perder tiempo tres de ellos fueron a descargar sus vergas en mi desdichada asistenta del hogar. 

Pasaron los días, y no volví a saber de Yohana, al menos no vino a trabajar, me preguntaba que le habrían hecho esos individuos supongo que terminar de maltratarla, descargarle los fluidos y restregarle las vergas por su boca para terminar de limpiarlas.

Un par de semanas después, volvía a mirar a través de los cristales de mi ventana con las vistas al parque, todo seguía igual, nada nuevo, cuando de repente vislumbré una figura familiar, una embarazada con un pañuelo atado en la cabeza esperando en un banco, cerca de donde fue violada.

Hay algunas a las que les gusta sentirse sucias y usadas pero por encima de ellas, sin duda está Yohana

Unknown

Escritor, recopilador, sexólogo, psicólogo y filósofo. Amante de las mujeres.

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