Soy
chileno, vivo en la capital, tengo 40 años, mido (+) 1.70 y soy bastante
delgado gracias a que practico natación y montañismo, soy casado hace 15, tengo
dos hijastras Ema de 18 y Ana de 12 años, era un buen esposo, un buen
proveedor, sin vicios, cariñoso y estricto con mis hijas, estaba bien
catalogado en mi trabajo, ERA un buen hombre… era. Mi esposa pasaba por una
etapa de inapetencia sexual, la cual yo suplía con trabajo y la crianza de mis
hijas. Ayudaba a mi hija mayor a entrar a la Universidad, y Ana estaba en
octavo básico. Estaba en la edad de la rebeldía, rebeldía que yo cortaba con
castigos y reprimendas. Había escuchado que se escapaba a las fiestas para
menores y, sin que ella sepa, le había colocado un GPS a su celular, para
vigilarla. Un día, en pleno invierno, cuando anochecía muy temprano, los
profesores me avisaron que no había llegado a la escuela, pedí permiso para
salir antes del trabajo y me fui tras ella.
PRIMERA
PARTE
(5)
El GPS me llevó hasta una casona antigua, con un letrero que decía fiestas para
menores. Dentro, la música se escuchaba estridente. Entré buscando a mi hija,
pensando que le daría unas bofetadas frente a todos sus amigos, para que
aprendiera a escaparse de casa e irse a un lugar tan peligroso.
Al
entrar me llevé una sorpresa: no era el tugurio oscuro, decadente y maloliente
que esperaba encontrar, era un salón muy amplio, limpio, bien ventilado, con
potentes extractores de aire, alucinantes luces, una larga barra de licores y
un escenario central al medio de la pista. Todo muy bien organizado. Comencé la
búsqueda de mi hija.
Al
avanzar me di cuenta lo sórdidas que son las fiestas actuales, en comparación
con las mías. Habían chic@s de entre los 10 a 17 años, algunos se dedicaban a
pasearse, tomar a alguien que le gustara y besarlo, no importando si era o no
de su mismo sexo. Habían chico@s besándose de a 2, 3 o más personas a la vez.
Otras chicas estaban en los rincones y, entre la penumbra se lograba vislumbrar
que estaban de rodillas dando un sexo oral. (6)Otras chicas se dejaban manosear
o que las “perrearan”, mientras conversaban con otras amigas, como si tal la
cosa. En el escenario central unas strippers de 18 a 20 años, bailaban desnudas
o tenían sexo en vivo, con musculosos stripper masculinos. El ambiente estaba
cargado de erotismo y la falta de sexo con mi esposa, provocó que me excitara.
Rogué porque mi hija no estuviera aquí.
Cuando
avanzaba hacia una escalera para subirme y ver mejor desde la altura, una mano
me tomó y me arrastró debajo de ésta, alguien me abrazó por el cuello y me dio
un beso. No había que ser un genio para darse cuenta de que era una jovencita.
Era gordita, pero usaba colonia de adolescentes y su ropa estaba a la moda
reguetonera. La aparté y le dije que era un viejo de 40 que buscaba a su hija,
ella dijo algo pero con el ruido no la escuché y me fui. Caí en la cuenta que,
dada mi contextura física y mi altura, sumado a la oscuridad y las fugaces
luces, podría ser confundido con un chiquillo. De noche, todos los gatos son
negros.
Siguiendo
la búsqueda de mi hija, me metía a una pieza, apenas alumbrada por una luz roja
carmesí. (9)Di un vistazo y cuando me iba, cuando otra mano me agarró y me
llevó para adentro. Era una figura bajita y muy delgada y, se lograba
vislumbrar en la penumbra, una carita linda, aunque los rasgos no eran nítidos.
Por
la música alta, tuve que gritarle:
_”Espera,
no soy alguien de tu edad, soy un viejo, estoy buscando a mi hija”,
_¿Que
edad tienes?, preguntó ella,
_Tengo
40, y soy bastante feo para alguien de tu edad, - le dije medio en serio, medio
en broma-,… por cierto, ¿ que edad tienes?,
_Tengo
16, me mintió,
_¿De
verdad?, a mi me parece que tuvieras 12, le dije con una sonrisa,
_Bueno…
tengo 11…
Me
abrazó por el cuello y me besó, colgándose de mí. Insistí en alejarla, pero
ella me aferró con fuerza. La falta de sexo pasó la cuenta.
Habían
pasado MUCHOS años, desde la última vez que abracé un cuerpo femenino esbelto,
y la cintura de ésta chiquilla era como de una modelo. Esa sensación de
fragilidad y sensualidad, su colonia fresca, su labios mojados, sus dedos
cosquilleándome la nuca, su cuerpo pegado al mío, sobajeándose, sus gemiditos,
sus jadeos, su corta edad, menor que mi hija… lograron erotizarme y que me
naciera una fuerte erección, dureza que ella sintió en sus muslos al
rozarme(7).
_”MMMHHH”-gimió
fuerte- lo tienes bien duro… y grande… viejito rico”, me susurró al oído,
agarrándome el bulto y masajeándolo a su entero antojo. Eso, sólo logró que me
pusiera más caliente. No lo pensé mucho para bajar mis manos y tantear su culo.
Quedé sorprendido, pues bajo el ajustado leggins y sus 11 añitos, había un culo
bastante grande para su menudo cuerpo, con nalgas gordas, redondas, gorditas y
bien paraditas, unas auténticas almohadas de carne que mis manos apenas lograron
abarcar. La manoseé a mi antojo, palpando cada centímetro de esa suave carne.
Cegado
por la calentura, le di un beso caliente, la suma de 40 años de besar mujeres
de verdad, perras calientes que se lo devoran a uno, mis manos la recorrían
entera, mi boca le comía el cuello y le mordisqueaba los pezones por encima de
la tela, la acariciaba con suavidad y de golpe la estrujaba contra mí. (8)Y,
parece que eso le gustó mucho a la niñita, porque se volvió loca restregándose
contra mí y manoseándome el pico, buscando la forma de sacarlo del pantalón.
_”Me
dejaste muy caliente,… papito rico”, me dijo al oído. Yo mismo me saqué el pene
y se lo mostré: 19 cms de largo y 6 cms de diámetro, duro como una rama de
roble. La niña se puso de rodillas y enseguida me lo empezó a chupar. Y sabía cómo
hacerlo. Con una mano estrangulaba la base del miembro, hinchándolo y dejándolo
muy sensible, con la otra masajeaba el tronco y el glande, escupiéndolo y
apretándolo, después se lo metía a la boca, sentía como sus mejillas se hundían
por la succión, su lengua apretaba mi cabeza contra el paladar, se metían por
el agujero de la uretra, me daba una seguidilla de exquisitos chupones, me lo
raspaba con sus dientes, se lo sacaba y lo arañaba entero con medida fuerza, y
lo volvía a repetir. (0)NUNCA mi mujer me lo había chupado tan bien… y ésta
pendeja, me estaba haciendo alucinar, sumado al morbo a que estábamos en un
espacio público, rodeados de otros adolecentes.
Me
concentré y regulé mi respiración todo lo que pude para no correrme. Ella
chupaba y chupaba hasta que se cansó y me reprochó que no le haya tirado mi
leche adentro. Le dije que era muy aguantador, cosa que a ella le gustó mucho.
Me preguntó si andaba en auto y le dije que sí. “Vamos, llévame a dar un
paseo”. La tomé de la mano y nos fuimos. (5)Con las luces de la calle la pude
ver mejor. Debía medir como 1.40 cm, cabello castaño, piel blanca, ojos claros,
mirada caliente, coquetas pecas en la nariz respingada, labios gruesos y bien
delineados, tetas chiquitas y con forma de limón, cintura marcada, vientre con
cero grasa, piernas bonitas dotadas de muslos gruesos y bien torneados, culo
grande y rico. Una joyita.
Nos
subimos al auto y ella se me quedó mirando.
_”De
verdad que eres viejo… te felicito, estás bien conservado… y no eres tan feo
como me decías… y besas rico… y lo tienes grande”, me dijo en un susurro ronco,
mirándome directo al bulto. Yo sonreí humildemente, me presenté y le pregunté
su nombre y su edad. Se llamaba. Me lo volví a sacar y ella se agachó a chupármelo.
_”No
quieres quedarte con las ganas… ufffff…de verdad me quieres sacar leche”, le
dije, pero ella solo gimió y siguió chupando. Estábamos así, el auto bajo la
sombra del árbol, las siluetas de otros chicos dibujándose contra las luces de
la calle… entonces vi a mi hija. Estaba a unos 7 mts de mí, recostada contra un
árbol, sus manos estaban en su espalda. La luz de un poste le pegaba de lleno,
le veía su rostro angelical y coqueto. (8)Frente a ella había una muchacha de
unos 17 a 19 años, la cual tenía un cuerpazo impresionante, alta, con pechos
enormes y turgentes, cintura estrecha, culo grande, piernas lindas, iba vestida
como una puta, chaqueta de mezclilla corta, mostraba una cadena que llevaba en
su sexy vientre, y su minifalda roja era tan corta que siempre estaba mostrando
su ropa interior blanca. Un par de botas altas y blancas terminaban el cuadro.
La
muchacha se acercó más a mi hija y le rodeó la cintura con sus manos, Ana se
dejó hacer, la abrazó por el cuello y se dieron un largo y ardiente beso. La
muchacha no perdió tiempo, le desabrochó el jeans y le metió una mano en el
culo y otra en la conchita de mi hijita.
Mi
hija.. lesbiana… (2)dejándose comer por una mujer 8 años mayor… una mezcla de
ira, sorpresa y placer, (gracias a la incesante chupada de Eva), me invadió el
cuerpo, nada podía hacer en ese momento. No podía ir y hacerle una escena,
seguido por una mocosa de 11 años con rastros de mi semen en la boca. No me
quedaba otra que seguir observando.
Eva
estaba concentrada chupándome, provocándome oleadas de placer. Mi hija le comía
el cuello a su pareja y sus manitos iban desde el culo de ésta, hasta sus
grandes tetas. Le quitó la chaqueta, le levantó la polera y descubrió las
tetas, las que no llevaban sostén. (8)Parecían operadas, eran perfectas:
gordas, paraditas y con pezones erectos. Mi hija se las engulló y devoró con
devoción, haciendo que la otra echara la cabeza hacia atrás y le acariciara el
cabello tiernamente.
Eva
se apartó de mí, alegando que se le había acalambrado la boca, y que mis dedos
en su conchita la habían calentado demasiado. “Quiero pico”, me reclamó. Le
dije que se sacara el leggins y los calzones y se subiera sobre mí, mientras yo
acomodaba el asiento. No quería dejar de vigilar a mi hija.
Se
quitó la ropa y levantando su cintura se abrió la conchita con los dedos.
“Mira- me dijo- ¿te gusta… te gusta la conchita de una niñita de 11 años?, me
preguntó con tono muy cachondo.
_”Se
ve bien rica… veamos que sabe hacer”, la provoqué. Eva se montó sobre mí,
agarró mi pedazo, lo acomodó en la entrada de su conchita y comenzó a bajar muy
lentito, haciendo presión y buscando la entrada para meterlo. Tardamos un poco,
refregué la punta del glande sobre sus mojados labios vaginales y encontré el
punto exacto, presioné un poco y entró la punta. Eva gimió muy rico y comenzó
abajar. Su conchita se sentía muy caliente, apretada, mojada y tenía un suave
aroma a mujer caliente. (2)Ella jadeaba y se quejaba mientras se penetraba
solita. Al final, sentí con nitidez cuando toqué su cérvix.
_”Ohhhhhh,
concha de tu madre…nunca me había comido un pico tan rico… me tienes llena… ¿te
lo comí todo? (moví la cabeza negativamente, sólo había penetrado la mitad),
mierda… creí que me lo había comido todo… no te muevas… déjame a mi solita…
quiero hacerlo a mi gusto”.
_”Eva…
mi pico es tuyo… haz lo que quieras con él”, le susurré al oído, logrando que
la niña soltara una risita pícara. Lentamente comenzó a subir y bajar. Dios… la
conchita parecía una tenaza al rojo vivo, me quemaba el pene, me dolía… y me
moría de ganas por reventarle su conchita a clavadas. Era la mejor concha que
me había comido en toda mi vida. La de mi mujer ni se le acercaba, la concha de
esa mujer no servía para nada.
Eva
subía y bajaba suavemente. Me acomodé para ver en que estaba mi hija. La vi de
rodillas, la muchacha tenía las tetas al aire, los calzones por los tobillo y
la cabecita de mi hija entre sus piernas… la joven movía sus caderas en
círculos y de adelante para atrás, echaba la cabeza para atrás y tenía una
enorme sonrisa en la cara… mi hijita de 12 años se la estaba comiendo viva. Un
orgullo morboso me invadió.
_”Eso
así… cométela así…que sufra… que goce”, comencé a susurrar y Eva creyó que se
lo decía a ella, por lo que comenzó a aumentar la velocidad, los jadeos y sus
gemidos. La joven tomó la cabeza de mi hija y la levantó, le dio vuelta el
cuerpo, le bajó el jeans junto con los calzones y enterró su cara en el culo de
mi hija.
_”Uffff,…
pero que puta… mira que metérselo así…”, susurré. Eva sonrió, diciendo que era
porque lo tenía grande y grueso para ella. Mi hija movía el culo en círculos y
echaba la cabeza para atrás. Nunca había observado el cuerpo de mi hija. Es muy
bonito, tiene lindas piernas, un culo grande y gordo, si bien no tiene pechos
grandes y algo de pancita. Con razón se la estaban comiendo rico. La joven
terminó de comerle la concha a mi hija, se acomodó la ropa y le dijo algo al
oído a Ana, se retiró por unos segundos y regresó con un chico. Por la estatura
era un chico de no más de 12 ó 13 años. Los presenta, mira para todos lados,
asegurándose de que nadie la observe… y se quita toda la parte de arriba. Toma
la cabeza del chico y la cabeza de mi hija y hace que cada uno le chupe una
teta.
Eso
me encendió muchísimo, gemí fuertemente y, desobedeciendo a Eva, le agarré el
culo y comencé a metérselo con mi propio ritmo, lento pero haciendo presión en
el fondo.
_“Ahhhhhhh,
nooooo…. ouhmmm, no me lo metas así… me voy a correr muy pronto”, me reclamó la
niña, pero no le hice caso y seguí follándomela a mi gusto.
La
joven se dejó querer unos minutos con las bocas de esos niños. Después tomó las
caras de ambos y los pegó a la suya. Se estaban dando un beso entre los tres.
La joven manoseaba los genitales de ambos, sacó el pene del chico y empezó a
pajearlo. Era un pene largo para un chiquillo, como de unos 15 cms, calculé, y
muy delgado. Se arrodilló, lo puso entre sus tetas y le comenzó a hacer una
paja rusa. Mi hija observaba todo atentamente, con una mano engarfiada a su
conchita. Pasados unos minutos, soltó al chico, tomó a mi hija, la agachó hasta
que su cara le quedó a la altura de su pene, y ella se acomodó arrodillándose
detrás de ella. Mi hija comenzó a chupar al chico de inmediato, y la joven
volvió a chupar a mi hija.
Mi
hija era bisexual.. era toda una putita insaciable… cómo la mocosa que me
estaba montando… tenían 11 y 12 años…pero se sentía tan rico, era tan morboso,
tan excitante. La calentura me daba mareos, tomé la carita de Eva y me la comí
a besos, jadeando ruidosamente, mirando de reojo como mi hija estaba con un
chico y una joven al mismo tiempo. Mis caderas comenzaron a moverse solas, mas
rápido, más fuerte, más profundo, Eva comenzó a quejarse, a gemir con fuerza,
una sonrisa le cruzaba la cara.
La
joven soltó a mi hija, tomó al muchacho y lo tiró al prado, se montó sobre él y
comenzó a cabalgarlo. Mi hija puso su culo sobre la cara del maldito pendejo.
Estaba celoso, mi hija era puta con todos, menos conmigo… pero ya iba a
solucionar eso. Llegando a casa le iba a decir lo que vi y le iba a chantajear…
ya que la madre no me satisfacía, entonces lo iba a hacer la hija. Agarré el
celular, enfoqué lo mejor que pude (los saltos de Eva sobre mí, hacían rebotar
el auto) y grabé a mi hija.
Eva
había agarrado ritmo propio, levantaba su culo hasta casi sacarme de ella y lo
dejaba caer con todo su peso, tenía los ojos cerrados, la carita roja, los
labios hinchados, la boca abierta y sonriente, comenzaba a reír, se mordía los
labios, jadeaba, gemía, de sus ojitos salían unas lagrimas.
_”Ay…ay..ayayayayayyyyy…que
rico… tu pene… tan duro… papito… dime que soy tu hija… sé mi papito… eso ,así…
culéame rico…ahhh…ouhmmmmm”, gemía Eva, mientras bajo el árbol, la joven se
salía del chico, tomaba a mi hija, la ponía encima de ella formando un 69, le
abría el culo con sus manos e invitaba al chico que la penetrara. El chico no
perdió el tiempo y se lo metió de un solo golpe y hasta el fondo. Mi hija lanzó
un fuerte grito que escuché perfectamente, echó la cabeza para atrás sacando su
lengüita y volvió a hundir su carita en la concha de la joven.
Eva
hacía crujir el auto, su ritmo era endemoniado y rápido, me estaba dando muy
duro, yo resoplaba intentando controlarme, pero mis caderas se habían
acompasado a su ritmo. “Me corro..me corro…me corro”, me repitió en un hilo de
voz, casi llorando. En un segundo de locura ensalivé 2 de mis dedos y se los
metí de golpe dentro de su culo. Eva lanzó un fuerte grito, se levantó echando
la cabeza para atrás, pude sentir como los músculos vaginales se contraían
estrujando mi pedazo, echó la cabeza para atrás, un hilillo de saliva se le
escapó por la comisura y se dejó caer hacia atrás. Su espalda chocó contra el
claxon, el cual sonó alertando a todos alrededor. En un intento por apagarlo,
pasé a encender la luces por accidente. Mi hija, la joven y el chico quedaron
alumbrados por los focos, en cosa de segundos escaparon.
Eva
estaba ida, la saqué del claxon y la coloqué en el asiento del copiloto. La
tapé con una mantilla y la dejé descansando. Salí del auto, acomodé mis ropas,
cerré el auto y tomé aire fresco. Pensé en todo lo que había hecho y en lo que
había visto. Había descubierto muchas cosas esa noche: mi hija de 12 años era
una puta bisexual, yo era un degenerado al que le gustó follarse a una niña de
11 años, mi mujer no servía de nada en la cama… ¿Qué haría ahora?.
Eva
se recuperó, se vistió en el auto y salió. Me abrazó por el cuello y me dio un
gran beso de agradecimiento.
_”MMMHHH…
esto tenemos que repetirlo papito… no sabía que los viejos culeaban tan rico…
eres MUUUUCHO mejor que mi pololo…¿quieres ser mi pololo (novio)?”, me preguntó
con una sonrisa malévola y divertida.
_Debo
confesarte que para tener 11 añitos,… eres muy caliente y me dejaste con ganas
de más… creo que podríamos probar ser pololos… podría enseñarte muchas cosas.
Nos
volvimos a besar, entramos al auto y tuvimos un segundo encuentro. En eso nos
dieron las 10 de la noche, estuvimos dos horas y media en total, follando bien
rico. Ella me dio su número de whatsapp y se fue a su casa.
Yo
volví a mi casa, mi hija ya estaba allí. Mi mujer estaba fuera de la casa, en
una cena de trabajo. Hablé francamente con Ana. Le dije que la había seguido,
que la había visto, que la había grabado, que yo fui el que le tocó el claxon,
y que le diría todo a su madre. Ella se puso a llorar, jurándome que jamás
volvería a hacerlo, que fue un error, que su madre no debía saberlo, que ella
haría lo que yo le dijera para guardar el secreto. Le dije que le iba a pensar.
Al
día siguiente recibí una foto de Eva. Era una foto de su culo en calzoncitos y
una invitación para visitarla en su casa el día sábado. Era hija única, sus
padres saldrían de paseo y la dejaban a cargo de una prima de 20 años pero se
ponían de acuerdo para que ella se fuera con uno de sus novios a “pasarlo
bien”, a cambio de que Eva quedara sola en casa. Tener sexo, con una putita de
11 años, en casa de sus padres, en su cama infantil… era muy sucio, morboso,
tentador y por lo mismo delicioso.
Había
entrado en éste mundo, me nació la curiosidad de saber si otras niñas en el
mundo hacían las mismas cosas y me puse a investigar por internet.
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