En
el relato anterior, les había contado cómo había seguido a mi hija de 12 años,
a una de las fiestas diurnas para menores de edad, lugar donde los adolescentes
no tenían tabúes con el sexo y, sin proponérmelo, tuve un rico encuentro con
una chica de 11 años; mientras lo pasábamos bien con ésta niña, encontré a mi
hija teniendo una orgía bisexual con un chico como de su edad y con una
muchacha de entre 17 a 19 años.
Dejé
pasar una semana, dentro de la casa, mi hija me evadía a toda costa. Un
domingo, mi señora me avisó que iba de visita donde sus padres. Apenas se fue,
agarré a mi hija y le dije que teníamos que hablar. Fui corto y preciso. Si le
mostraba el videíto a su madre, ésta la echaría de la casa, y yo la iba a
apoyar. A cambio de mi silencio, ella tendría que obedecerme en todo. Mi hija
intuyó lo que se le venía, y empezó a hacer pucheros queriendo llorar.
_”A
mi no me vengas con llantos… hace una semana te portaste como toda una putita…y
te encantó… ahora paga las consecuencias”, la corté en seco, recordándole, con
lujo de detalles aquella escenita. Ella calló y agachó la cabeza, sumisa.
Proseguí.
_”Esto
es lo que haremos. Iremos donde un doctor amigo mío, para que te hagas exámenes
de ETS y embarazo. Subirás tus notas, tendrás un horario de estudio muy
estricto. Dejarás de vestirte con esa horrible moda de reggaetón, pareces
prostituta callejera… te compraré ropa bonita y muy femenina… eso hará muy
feliz a tu madre. Nada de novios ni amigos en general, ni salidas a fiestas.
Revisaré todas tus redes sociales, dame tus claves ahora. Ya veré lo que te
pido después”
Estuvimos
así durante 6 meses. Mi hija cumplió con todas mis exigencias, y con creces.
Vestía como una lolita natural y sexy, obtuvo la mejor calificación del
colegio, aguantó estoicamente los meses de encierro y no salió a fiestas. Hasta
ese momento, no la había tocado, y ella siempre me preguntaba por la segunda
parte de mis exigencias, y yo siempre le tiraba largas. Seis meses portándose
muy bien, merecían un premio.
Cuando
ya conociste y practicaste el sexo, 6 meses sin él te deja muy vulnerable. Y yo
me saboreaba con la idea de comérmela bien rico. Mi cornuda esposa visitaba
regularmente a sus padres los días domingo, bien temprano. Apenas se fue, me
fui directo al dormitorio de mi hija. Ella era muy desordenada para dormir, su
cuerpo se distendía abarcando toda la cama… y abriendo bien sus piernas- Me
metí debajo de la colcha, le bajé su calzoncito y empecé a besarle, lamerle y
chuparle su conchita.
Estaba
muy oscuro y sofocante, pero el aroma de la conchita caliente, y su sabor dulce
me embriagaban. Mi lengua subía y bajaba, abracando desde el clítoris hasta su
agujerito, y la punta de mi lengua entraba unos centímetros dentro, revolcándose.
Así en un ritmo lento e intenso. Como a los 5 minutos el cuerpo de mi hija
reaccionó. Su conchita se lubricó abundantemente y mi lengua entró por
completo. Mi niña gemía como una putita pero, al parecer seguía dormida. Como a
los 15 minutos, ella se sobresaltó, levantó la colcha, dio un gritito e intentó
zafarse. La agarré por sus caderas y me lengua se engarfió en su maravilloso
sexo.
Yo
chupaba y chupaba muy concentrado, ignorando los reclamos de mi hija… pero,
poco a poco… dejó de luchar… y de su boca comenzaron a aflorar sus primeros
gemiditos conscientes. Con el paso de los minutos, su cuerpo se tornó más
dócil, cerró sus ojitos, abrió su boca, su carita enrojeció y, al cabo de una
media hora, logré mi objetivo: la falta de sexo, lograron que las caderas de mi
hija se movían al ritmo que le imponía mi lengua. Mis manos también se
aflojaron y se fueron directamente hacia sus tetitas, pellizcando sus pezones.
Mi hija s mordió los labios y se retorció en la cama.
Ana
gemía y gemía, rodeó mi cuello con sus muslos, apretaba y aflojaba los músculos
de sus bellas piernas, alternadamente, movía su culo en círculos, suspiraba
como una enamorada. Tras 45 minutos de una dura chupada, su cuerpecito cobró
vida propia, Ana hizo todo los posible para que sus caderas se hundieran en mi
cara, sus muslos me estrangularon el cuello, sus manitos agarraron mi nuca y
jalaron hacia su conchita y ésta, se revolcaba en mi boca.
_”AHHHHH
PAPITO…PAPITO…PARA…PARA PAPÁ..AH,AH,AH,AHHHHHHHHHHHHHHHH”, gritó como una
poseída, arqueó su espalda, abrió sus piernas de par en par y se dejó caer,
resoplando y gimiendo incesantemente. Yo seguí moviendo mi lengua unos segundos
y se los saqué, observando triunfante como su mojadísima conchita tenía
contracciones por su orgasmo. Me subí sobre ella y le di un besito en el
cuello, ella tomó mi cara y me plantó uno de los mejores besos eróticos de mi
vida.
Pasados
unos minutos, y ya más calmados, charlamos. Sorprendí a mi hija en varios
aspectos. Sospechaba que le pediría tener sexo con ella, pero jamás pensó que
la aprovecharía mientras dormía. Nunca supuso que yo chupara tan rico, sólo las
chicas la chupaban más o menos bien, los chicos sólo lo metían y ya. Se sentía
mal, aquello era raro pero… le había gustado, y además, 6 meses sin sexo, la
tenían arañando las paredes je,je,je.
Le
dije que si le hubiese avisado con anticipación, se hubiese estresado y con
ello, no habría gozado nada y que, mi prioridad era cuidarla, enseñarle y,
sobre todo, hacerla sentir MUUUUUCHO placer, sin dejarla embarazada, ni
infectarle alguna ETS, que sólo yo (su padrastro), haría algo así por ella. Y
tenía experiencia de sobra en el sexo, experiencia que le quería transmitir
para que, cuando volviera a esas fiestas, tuviera sexo bien seguro, y sea
catalogada como la putita más caliente, rica y experimentada de todas.
_”Cuando
termine contigo, todas las otras perras te tendrán envidia… y dejarás secos a
todos los chicos… los tendrás locos”, le dije con una voz ronca y perversa… y a
ella le gustó eso.
Nos
levantamos y nos metimos en la ducha. Allí le manoseé el cuerpo a mi gustó y le
di una lenta y suave paja, bajo el chorro de agua tibia. No la dejé acabar.
Ella se visitó sólo con una polerita rosada. Comimos un contundente desayuno,
hicimos el aseo bien rápido, para que su madre no sospechara, y volvimos al
juego. La desafié a que me enseñara todo lo que sabía y, a cambio yo le
enseñaría lo que sabía. Ella aceptó, y me dijo que siempre había fantaseando
con ser ella la dominante en la pareja. “OK, juguemos le dije. Se levantó y fue
hasta el otro extremo de la habitación, se dio vuelta y me lanzó con una mirada
traviesa.
Puso
las manos en su espalda y empezó a caminar, muy lento como una gatita
juguetona. De puntillas, un pié delante del otro, moviendo su cintura de forma
lenta y sensual, su cortísimo vestido moviéndose como un abanico, su linda
carita con una expresión traviesa y una mirada inquietante. Yo la miraba
embobado.
Al
llegar a mí, clavó su mirada en la mía y se puso muy seria. Me abrazó por el
cuello y se subió en mi regazo, quedando su carita a centímetros de la mía. Me
miró los labios, se mordió los suyos y estrechó el abrazo, apoyando su cabeza
en mi hombro. Fue un abrazo largo y silencioso pero, cargado de una tensión
sexual evidente.
Pasados
unos segundos, que se me hicieron eternos, ella se bajó de mí, me dio la
espalda y avanzó unos pasos, se agachó un poco, y su polerita se movió y,
asomaron sus grandes nalgas morenas.
_”¿No
quieres volver a mi dormitorio?... quiero que hagamos de cuentas que no nos conocemos,
¿ok? , me preguntó con una voz mezclada con tono infantil y un susurro muy
calentón, mirándome por sobre el hombro, con una malvada sonrisa en su preciosa
carita; después siguió avanzando a saltitos, mostrándome como saltaban las
gordas nalguitas de su morboso culo.
Tragué
saliva, el corazón me bombeaba tan fuerte que me punzaban las sienes de la
frente, el silencio me ensordecía,… la erección me dolía. Mi pene de 20 cms, se
remarcaba nítidamente bajo el pantalón. La tentación era mucha, mi cordura iba
perdiendo terreno. “Nada mas un vistazo”, me dije, como una excusa. Me levanté
y avancé en silencio hacia el dormitorio de Ana.
Ella
estaba tendida en su cama, boca abajo…. desnuda por completo. Sus pies jugaban
con el aire, su carita se apoyaba en sus manitos, su mirada limpia e inocente
parecía que me decía “¿te gusta lo que estás mirando?”… y yo miraba su cuerpo
mulato, tendido en la cama, levantando esa colita tan perfecta y tentadora…con
esa expresión en la mirada, tan provocativa e indiferente.
Imaginé
mi grueso pene rozando esos muslos gruesos y tersos… casi gemí de la calentura.
Agaché la mirada, avergonzado y di media vuelta, decidido a irme.
_”Cobarde”,
-me dijo con su voz queda y algo aburrida- “tienes el pene bien grande y duro,
pero no tienes los huevos para usarlo”, sentenció.
Nunca
una mujer me había hablado así, con palabras tan demoledoras y provocativas. No
parecía tener 12 años. Tenía razón, yo estaba muy caliente con ella, pero no me
atrevía a tocarla por las posibles y graves consecuencias. Bastaba sólo una
palabra de ella a sus padres, para destruir toda mi vida.
_”Tienes
sólo 12 años… ¿qué más puedo hacer aparte de cantarte canciones de cuna?”
_”Si
vienes aquí, me pondré sobre ti y te haré cantar como un ángel, mi amor”,
_”Eres
sólo una niña de 12 años… eres sólo una niña…”, repetí en un susurro…
Ana
se movió sobre la cama, juntó sus espléndidos muslos y los levantó… Dios, se
veía tan perfecta que parecía una pornostar. Giró hasta sentarse en el borde de
la cama. Su rostro se tornó muy sensual y agresivo, irguió su cuerpo como una
cobra en peligro, la luz le entraba por la espalda, y remarcaba su figura
esbelta, abrió sus piernas de par en par, sus pequeños pies se curvaban y la
punta de sus deditos rozaban el suelo, su vagina abierta me llamaba a gritos.
_”¿En
serio crees que soy una niña?”, preguntó desafiante.
Ya
no pude aguantar más. Ella había ganado. En silencio caminé hacia ella, mi pene
amenazaba con romper la tela del pantalón, llegué hasta donde ella y, con la
punta de mis dedos, comencé a rozarla desde las rodillas hacia arriba. Su piel
era muy tersa y elástica, y despedía un suave aroma a lavanda, restos de su
perfume. Subí por su muslo, rodeé la curva de sus caderas, subí por su abdomen,
rocé sus tetillas, por el cuello y finalmente, los labios.
Ana
cerró los ojos, atrapó mis dedos con sus labios, los lamió y chupó con fuerza.
Tomó mi mano, los paseó por su cuello, sus tetillas y tiró hacia más abajo. Yo
me arrodillé ante ella, como un esclavo contrito frente a una diosa griega,
ella me agarró de la nuca y me jaló hacia su sexo. Por unos maravillosos
segundos, me dediqué sólo a admirarla.
Su
vaginita era coronada por un Monte de Venus limpio de vello púbico, con un
aroma a talco para bebés, su clítoris carnoso, largo y erecto, rojito y bien
duro. Los labios vaginales externos eran gorditos, de color rosado y
semi-abiertos abajo. La rosa de su ano era limpia, pequeña, cerrada y estrecha.
Temblando por la excitación, use mis dedos para abrirla. Fue como ver florecer una
exótica flor. Los labios internos estaban muy rojos, tenían un suave aroma a
mujer caliente, sus juguitos los bañaban luciendo brillante y tentador…. Su
agujero vaginal era chiquito, profundo, oscuro y se notaba apretado.
Adelantando
mi lengua, la lamí desde su culo hasta su clítoris. Tenía un sabor dulce, bien
rico. Eva arqueó la espalda, gimió que daba gusto y usó sus dos manitos para
agarrarme la nuca y movió sus caderas en círculos, a viva fuerza. Inicié mi
trabajo oral, jurándome que sería el mejor de toda mi vida. Los labios de mi
boca atraparon sus labios vaginales y los besaron, masajearon y chuparon con
medida fuerza, haciendo presión hacia adentro. La punta de mi lengua
serpenteaba desde su culito hasta su clítoris, abría su conchita, amenazaba con
entrar en su agujerito y jugaba con el capuchón del clítoris, rodeándolo con
fuerza. Mis dedos abrían y cerraban su conchita, la masajeaban de arriba abajo,
la presionaban hacia adentro y presionaban el ano. Finalmente, la punta de mi
lengua entró en ella, internándose unos cms, revolcándose mientras el resto de
mi boca le chupaba todo lo demás. Oh, Dios… su conchita estaba muy sabrosa,
mojada y caliente por dentro, casi me corro en ese momento.
Ana
gemía bien rico, sus caderas se movían de forma desordenada y con
desesperación, al mirar su carita vi que estaba roja-roja, perlada de sudor,
los labios hinchados y abiertos, los ojitos cerrados, su pechito agitado, le
faltaba poco para su orgasmo. Seguí y seguí chupándola, con intensidad y pasión
y, a los pocos minutos, ésta provocativa y sensual niña de 12 años, me agarró
fuertemente del cabello, con furia revolcó su culito contra mi cara, lanzó un
grito fuerte y ronco, se quedó inmóvil unos segundos, su cuerpo tembló, unos
estertores acompañaron su orgasmo y, sentí con toda nitidez dentro de ella,
como sus músculos vaginales se contrajeron y apretaron mi lengua. Finalmente se
dejó caer hacia atrás resoplando y gimiendo. Una bella sonrisa le cruzaba su
linda carita.
La
dejé descansar unos minutos y aproveché de hacerle unas preguntas. Terminamos
charlando por espacio de media hora, acostados sobre su cama, ella desnuda a mi
lado, abrazándome. En esa charla supe cual fue el camino para llegar a ser la
niña de hoy. Empezó hace 3 años, cuando ella cumplió 9. Tenía un primito de 10
con el cual jugaban al papá y a la mamá. Un día el avispado niñito le propuso
quitarse la ropa y acostarse en una cama, ella aceptó inocentemente. En el
trascurso de una hora los cuerpos reaccionaron de forma natural y el niño le rompió
el himen a Eva, ella al sentir dolor se asustó y lloró y, hasta ahí llegó el
jueguito.
Los
días pasaron y el recién despierto cuerpo de la niñita comenzó a sentir una
sensación nueva y prontamente, Eva se encontró con sus deditos dentro de su
vaginita. Se sentía bien,… se sentía MUY BIEN. Con esa intuición femenina, ella
supo que debía hacer eso a escondidas de sus padres. Un día, cuando fue de
visita a casa de unos tíos, se escondió detrás de una bodega y comenzó a
masturbarse. Su primo la encontró con la falda arriba y los calzoncitos por los
tobillos. Sin mediar palabra, el muchacho de 15 años, le dio a la niña el
placer y el orgasmo que su cuerpecito le pedía. Y LE ENCANTÓ.
En
cada visita a casa de sus tíos, su primito le hacía el favor. Y éste a su vez,
le contó a sus amigos, y éstos a sus amigos. Al cumplir 6 años, Eva lo había
hecho con todos. Primos, vecinos, amigos, profesores, desconocidos con los que
se topaba en la calle… los invitaba a lugares oscuros y solitarios y se los
comía. Su primo le enseñó cientos de vídeo porno y de allí, ella aprendió a
moverse como una pornostar. Sus padres jamás enteraron.
Ana
iba contando sus historias, yo me iba imaginando las escenas y me excité al
punto, que mi pene palpitaba solito y me dolía de lo duro que estaba. Me
incorporé y me desnudé. La niña vio mi pene duro de nuevo y tomó el control de
la situación
_”Bótate
en la cama”, me ordenó con tono mandón y juguetón. Lo hice. Ella se tendió
sobre mí, sentir el contacto con ese cuerpo frágil y liviano y de esa piel
suave y caliente, me excitó aún más. Me abrazó por el cuello y me dio uno de
los mejores besos de mi vida. Los labios de su boquita masajearon los míos, su
lengüita se paseaba por mi labio superior, jugaba con la mía y no paraba de
gemir bajito.
De
golpe y sin avisar, bajó hasta mi pene. Dijo que le había gustado que fuera tan
largo, gordo y duro, le gustó su forma y que, sobre todo, no oliera feo, como
el de los otros hombres. Sonriendo y clavando su mirada en la mía, bajó su
cabeza lentamente, abrió su boquita y sacó su lengüita. Engulló mi glande,
juntó saliva y comenzó a subir y bajar, bañándolo con su babita. Al sacar la
cabeza, un hilillo de saliva se colgó entre sus labios y la punta de mi cabeza.
Ella sonrió ampliamente y dijo que le había gustado mi sabor.
Se
sentó sobre mí, atrapó mi miembro con sus fuertes y hermosos muslos morenos y
apretó con fuerza, estrangulándolo e hinchándolo aún más. Acto seguido y con su
mirada felina y maliciosa, lamió la palma de su mano, la colocó sobre la punta
de mi glande, presionó y empezó a moverla en círculos. Nunca me lo habían hecho
y se sentía desesperadamente exquisito. La niña sabía lo suyo, y le encantaba
verme revolcar de gusto sobre su cama. Con un ritmo bien marcado, apretaba sus
muslos y paseaba su palma sobre mi glande, intensificando y bajando la presión
del placer a su gusto.
_”Hija…
oh,oh,oh mi amor…mf, mf, mf… bebé… ah,ah,ah para… me voy a correr”, le supliqué
gimiendo. Ella rió de forma traviesa, me soltó, pegó un saltito y se engulló mi
glande de nuevo, pero ésta vez decidida a llegar hasta el final. Sentí como sus
mejillas se hundieron con la fuerte succión, y cómo su lengua masajeaba sin
cesar el frenillo. Sus dientes raspaban lo demás del glande. Una de sus manitos
ahorcaba mi pene en su base y la otra subía y bajaba con fuerza. Eva clavó sus
ojitos claros y su mirada felina en la mía, frunció el ceño y aumentó el ritmo
y la presión. Excitado como estaba, no pude aguantar mucho. Comenzaron los
estertores de mi orgasmo, Ana se aferró con más fuerza y aceleró las chupadas.
Con
un grito ronco lancé un chorro de semen espeso e intenté, inútilmente, zafarme
de ella. Ella gimió fuertemente, frunció aún más su ceño y escuché, con
claridad, como empezó a tragarse mis chorros de lechita. Conté al menos seis
sonoras tragadas pero Ana seguía chupando y chupando, exprimiendo mi pene… Uds.,
ya conocen esa sensación de que no te sueltan, mamando como una ternera y te
van dejando seco a chupadas ricas. Lo soltó cuando mi pene quedó seco y
fláccido. Tal y cómo había prometido, se subió sobre mí y me hizo cantar. Con
una mirada triunfante y una sonrisa orgullosa, se sentó sobre mi pene y comenzó
a moverse hacia arriba, abajo y adelante, el contacto directo con su vagina
pequeña, caliente y suave logró que se pusiera duro de nuevo.
-“Esta
vez… quiero un juego nuevo”- susurró como hablando con ella, agarró me pene y
llevó el glande hasta la rosa de su ano, me lanzó una mirada terrible con una
sonrisa lasciva, y me preguntó:
_
¿Te gustaría?... no me dejó contestar, levantó un poco su culo y se dejó caer,
controlando el peso de su cuerpo. Eva lanzó un grito largo y fuerte, seguido de
un gemido ronco, y mi glande desapareció dentro de su culito. Lo tenía muy
apretado, seco y caliente. Ella cerró los ojos y se mordió los labios, y se
quedó quieta por un minuto, que se me hizo eterno.
_”¿Es
tu primera vez por el culo?, le pregunté.
_”SSSIIIIII…le
había prometido a mi novio darle mi culo a fin de año… pero contigo… no me
aguanté…”, me respondió con una risita sin culpas. Pasado el minuto, ella
comenzó a moverse lentamente.
Le
dolía y le ardía, se le notaba en la cara. Le pregunté si en su botiquín había
vaselina para echarle adentro y que no le doliera tanto. Ella reclamó que no
quería sacarlo pero, al final la convencí. Volví con el tubo de vaselina y le
pedí que parara y abriera su culito con sus manos. Su culito recién desvirgado,
sólo estaba algo irritado. Unté un dedo con abundante vaselina y, con lentitud,
hundí mi dedo dentro de ella, hasta el nudillo y lo moví en círculos.
Mi
hija se removió en la cama, gimiendo y quejándose pero no me detuvo. Al sacar
mi dedo, éste no tenía ni una mota de fecas. Bañé mi pene en vaselina y me
tendí en la cama. Ella volvió a montarme y se penetró lentito… pero ésta vez
sentí que se comió mi glande y los centímetros más gordos de mi pedazo.
_”MMMHHHHHH
–gimió, mordiéndose los labios- tenías razón, ya no me duele tanto… ahora es más
rico… me gusta… me gusta más que por mi conchita…”, me confesó, y empezó a
mover sus caderas en círculos, metiéndose y sacándoselo, apretando y soltando
su esfínter a voluntad.
Ana
se follaba a sí misma, a su ritmo y gusto… pero yo me mordía las ganas de
agarrarla de las caderas y partirle el culo a clavadas. Sentir su culo era toda
una tortura. Todo era morboso, sucio, prohibido… y eso lo hacía más rico… en su
propio dormitorio, en su camita de diseños infantiles, jugando un juego de
roles, dándole por el culo… ese culo que se lo había prometido al cornudito de
su novio… nada mas lascivo, nada mas pérfido, nada más rico.
Mi
hija comenzó a gemir y jadear más fuerte, sentí como su esfínter se relajaba y
en cada bombeo, se comía unos centímetros más de mi pene. Sus ojos cerrados, su
carita roja, sus labios abiertos e hinchados, sus músculos tensos, sus
pezoncitos erectos, su piel morena perlada de sudor, su culo subiendo y bajando
por mi carne dura, una y otra vez, sin cesar, tan apretado y caliente… y
estuvimos así por casi 15 minutos. Pasado ese tiempo, comenzó a acelerar el
bombeo, profundizándolo, jadeando como una leona cansada, comiéndome la boca y
el cuello, gimiendo roncamente, lamiendo mi cara, sus manitos arañando mi piel.
_”Ahhh,
ahhhh, ahhhh me voy a correr… me voy a correr… córrete conmigo… dame leche…
lléname el culito de leche,… por-fa-vor …pro-mé-te-me… oh,oh,oh que te correrás
conmigo… pa-pi-to rico… oumh..ouhm.gha…gha…gha”.
Eva
no exageraba pues, mientras me lo decía se le caía un poco de saliva de su
boquita. Su cuerpo había tomado el control total, se movía solo, se penetraba
con fuerza, incesante, lento y rápido, rápido y profundo, profundo y rico, rico
y sucio, totalmente caliente y perdida.
_ӄGHFɄGHFɄGHF
AY…AY..AYAYAYAYYYY… ME DUELE… ME ARDE… RICO… ME ARDE RICO… ME CORRO PAPITO…ME
CORRO… ME CORRRRROOOOOOOOOUUUUHHHMMMMMMMM”.
Dejó
de bombear y se irguió sobre mi regazo, hundiéndose hasta casi tragarse casi
por completo mi pene. Echando la cabeza para atrás, lanzó un grito largo y muy
fuerte, su piel le temblaba como una telaraña en una brisa matutina, todos sus
músculos estaban tensos, sudados y fuertes…se veía hermosa, … una ninfa, una
súcubo, un ángel… dejé de contenerme y reventé. Fueron varios chorros de semen
menos espesos que los que tiré en su boquita, pero si más abundantes y
calientes. Me había corrido junto con ella y le había llenado el culito, tal y
como me lo había pedido.
Fue
de esos orgasmos en que a uno se le erizan todos los vellos de la piel y siente
que le dan un mazazo en la nuca, dejándolo semi inconsciente. Ana se desvaneció
sobre mí, jadeando y resoplando como una perra en celo, agotada, sudorosa y con
una sonrisa de oreja a oreja. Nos quedamos dormidos casi de inmediato. Desperté
a los 10 minutos, Mi hija aún dormía profundamente,… mi pene aún estaba dentro
de ella… duro como un roble. Me dieron ganas de nuevo. Con sumo cuidado se lo
saqué y un hilo de semen resbaló por sus muslos. La dejé a un lado y me
levanté. Mi pene estaba algo sucio, así que me lo fui lavar concienzudamente.
Al
volver la vi tendida en la cama, a piernas abiertas, su culito dilatado y lleno
de semen… su conchita hacía pucheritos… mi pene aún palpitaba, duro como una
roca. No lo pensé demasiado. Le abrí las piernas, me acomodé lo mejor que pude,
escupí abundantemente sobre mi miembro, refregué mi glande sobre sus labios
vaginales y la penetré con calma. No me costó nada meter mi glande y la parte más
gruesa de mi pene. Su conchita estaba bien lubricada y tibia… se sentía divina.
Ana gimió profundamente, se desperezó y me miró con la mirada más dulce que
había visto en mi vida. Sonrió con igual y dulzura y dijo:
_”Recién
me acabas de dar por el culo… ¿y ya estás duro de nuevo dándome por la
conchita?”, me preguntó con voz mimosa
_
”¿Y eso te molesta?”, pregunté con una sonrisa retorcida,
_”NOOOOOOO
ja,ja,ja para nada ja,ja,ja,
_”
Si te pidiera algo… ¿tu lo harías por mi?”.
_”TODO
lo que tú quieras, papito, todo lo quieras… yyyyy … ¿qué quieres?
_”Te
lo digo después de llenarte la conchita con leche, pu-ti-ta…”
Y,
dicho esto, me tendí sobre ella, encorvando el cuerpo para no aplastarla, pero
sin sacar mi pene. Ana sonrió con su mirada, se mordió los labios, rodeó mi
cuello con sus brazos y mis caderas con sus piernas… y apretó con fuerza. Yo me
hundí hasta que ella me detuvo poniendo sus manos en mi pecho y empecé a
bombear. El placer me venía en oleadas, atacaba mi columna y me debilitaba el
cuerpo. Mi hija rozaba mi espalda con los dedos de una mano, y con dos dedos de
la otra arañaba el tronco de mi dureza, mientras que los músculos de sus
piernas apretaban mi culo. Yo entraba y salía de ésta caliente niña de 12 años,
su mirada no se apartaba de la mía, una risita pícara le nacía, con cada
penetración mi pico se ponía más duro.
_”¿Harás
lo que te pida?, jadeé a pocos minutos de mi orgasmo.
_”Si
ñm, ñm, ñm lo que ah,ah,ah tu me pidas gha,gha,gha…”
_”Quiero
ver cómo te comes a otra chica… una chica muy hermosa…”
_”Aaayyyy…ayyyyyy…ayayayayyyyy…
¿y quién es ella?...
_”Una
amiguita de 11 años”…
_”¿Quieres
agh,agha,aghhhhhh que me coma a una niña de 11 años?.
_”SIIIIIIIIIIIIII…
te va a gustar.. es muy linda y bien puta”
_”¿SI?...
¿ya lo has hecho con otras niñas?...estoy celosa…MHHHHHH QUE RICO… hacerlo agf,
agf, agf …mhf, mhf ,mfh con la putita de mi papá… súper rico…ouhm, ouhm,
ouhmmmmmm ok, lo haré papito rico,… por ti todooooOOOOOHHHHH”.
En
agradecimiento aumenté gradualmente el ritmo, la fuerza y la profundidad de las
clavadas. Y Ana, gradualmente, comenzó a gritar como una loca, llorando y
riendo a la vez, me arañaba la espalda, me apretaba con toda su fuerza. No
aguantamos mas allá de 10 minutos. Yo gemía ronco y jadeaba agotado, sudaba
entero, sentía un calor intenso en los huesos… el placer invadía mi vientre, me
producía unas desesperantes cosquillas en TODO el cuerpo, me sorprendí riendo
bajito. La niña lloraba sin césar. Entonces, llegó.
Mi
hija y yo lanzamos un gemido largo, la niña dejó de abrazarme con sus piernas,
las apoyó en la cama y levantó su cuerpo buscando una mejor penetración, con
ese movimiento logró que la punta de mi glande pinchara su cérvix, el final de
su vaginita y la entrada del útero, sentí que un par de pinzas atrapaban la
punta de mi cabeza, se sentía tan delicioso y morboso que en ese momento eché
los últimos fuertes chorros de semen, sacados a presión después de contenerme
durante tanto rato.
Ana
dio un gritito corto y muy agudo, se mordió los labios y se dejó caer, riendo
como una loca. ”Pude sentir como me tiraste tu leche”, me dijo antes de
desvanecerse. Yo me levanté apenas, y me vestí. Ordené todo y la vestí a ella
con su polerita – pijama. Cuando despertó me abrazó con fuerza y le dijo:
_”Jamás
me había sentido tan mujer, papá… gracias… me has hecho muy feliz… te amo… no
quiero que lo hagas mas con mi madre… ella no te quiere… ella… tiene otro
hombre…. La descubrí un día… quiero que te separes de ella y que vivamos solos
tu y yo, ¿vale papá?.
_”Claro
que sí hija,… le pediré el divorcio de inmediato, y viviremos solos… tendremos
todo el tiempo para follarnos como se nos antoje, y te enseñaré a ser una buena
puta en la cama, ¿te gusta eso?”
_”Si…
me gusta eso – susurró Ana- gracias papito, te amo”
por fa sube la tercera parte. queremos saber el desenlace de la historia,,,
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