Bueno, antes de
empezar la historia en sí, voy a contaros un poco cómo somos y esas cosas. Yo
me llamo José Sandoval y tengo 22 años, mido 1,75 y hago deporte de vez en
cuanto, no soy ningún adonis. Mi novia se llama Mabel Manríquez y tiene 20
años, es muy guapa, mide 1,65, pelo moreno tirando a castaño, con una 96 de
pecho. Es simpática, divertida, suele vestir bastante provocativa y es bastante
activa en la cama. Nosotros llevamos ya juntos casi dos años y tenemos planes
de boda, pero por motivo de estudio y trabajo no veo a mis padres casi nunca y
en las últimas Navidades Mabel no pudo venir a conocerlos.
Sin embargo, hace
cosa de un mes y medio mis padres me llamaron. Era el cumpleaños de mi padre,
58 años, y querían que los fuéramos a visitar para celebrarlo y, de camino, conocer
a la Mabel . La idea me pareció buena, pero lo malo era la fecha, ya que a
mediados de Mayo era difícil conseguir algunos días de descanso. La Mabel
podía, ya que ahora mismo no trabaja, pero yo iba a tener que andar pidiendo
favores que después tendría que pagar, seguramente, en verano. Aún así conseguí
cambiarme con algunos compañeros y use algunos días que tenía y al final
conseguí 6 días (de miércoles a lunes). Mabel estaba contenta, ya que quería
conocer a mis padres. El martes, se dedicó a preparar las maletas y el
miércoles por la mañana nos pusimos en marcha. Durante el camino fuimos
escuchando música, hablando, etc.
Mabel : Bueno, por
fin voy a ver a tus padres. ¿Crees que les caeré bien?
Yo: ¡Seguro!, no te
preocupes.
Mabel : ¿Hay algo
que deba saber para no meter la pata?
Yo: No, no que yo
sepa. Mi padre trabaja como cerrajero y es bastante de pueblo. Mi madre es más
de ciudad.
Mabel : ¿Padre
cerrajero y de pueblo? ¿Quieres decir que es muy “cerrado”?
Yo: Bueno, un poco.
Mabel : -mirando por
la ventanilla- Ya falta poco.
Yo: No. Queda un
poco más. Mis padres no están en la ciudad, están en una casa de campo de mi
tío. Mi tío tiene un huerto y animales, pero como no suele estar, mi padre va y
les da de comer y esas cosas.
Seguimos durante
casi una hora más hasta que llegamos. Mi madre salió a recibirnos. Estaba tan
guapa como siempre (mi madre se llama Isabel y tiene 48, se conserva muy bien y
con el arreglo de pecho había ganado mucho).
Isabel : ¡Hola!
¿Cómo estás? ¿tuvieron un buen viaje?
Yo: Sí mamá.
Isabel: Ven y dame
un beso.
Yo: Voy –me acerque
y le di dos besos-. Bueno quiero presentarte a…
Isabel: Mabel.
¡Hola! Vaya, mi hijo no mentía. Eres muy guapa.
Mabel : Muchas
gracias, usted también está muy bien.
Isabel: Gracias,
hija. Aunque – cogiéndose las tetas – ya me he hecho un par de arreglitos.
Mabel : ¿En serio?
Pues no se nota.
Isabel: Gracias y,
por cierto, no me hables de usted. Me hace sentir más mayor de lo que soy.
Mabel : Lo que usted
diga.
Isabel: ¿Otra vez?
Mabel : Perdón.
Mi madre y Mabel
entraron dentro mientras yo estacionaba el auto. Mi madre siempre ha sido muy
simpática y creo que la primera impresión fue buena. Además el comentario de
las tetas creo que rompió el hielo. Cuando entré dentro, mi madre le estaba
enseñando la casa a Mabel , así que me fui al salón y me senté a esperar. Al
poco mi padre entró (mi padre tiene 58, es alto, delgado y fuerte; fruto de
estar de un lado para otro junto con el ejercicio del campo y una genética
buena).
Pedro: ¡Isabel!
¡Isabel! Me ha parecido escuchar… ¡Hombre! ¿Cómo estás? ¡Me alegro de verte!
¿Llevas mucho tiempo aquí?
Yo: Bien, estoy
bien. Llevo 10 minutos.
Pedro: ¿Y tú madre?
Mira que no avisarme.
En ese momento
entraron Mabel y mi madre en el salón.
Isabel: No te he
avisado porque estabas con los caballos dándoles la comida.
Pedro: Pero podrías
haberme avisado – mirando ala Mabel – Tú debes de ser Mabel, ¿verdad?
Mabel : Así es.
Encantada de conocerle.
Pedro: Vaya, vaya.
Creo que te quedaste corto. Tu novia es espectacular.
mirándome a mi – ¿no
le has dicho a tu novia el calor que hace en Ovalle a estas alturas de Mayo?
¿El frío del norte te borra las neuronas?
Yo: No es eso. Es
que allí hacía frío y bueno.
Isabel: ¿La ropa que
traes es de abrigo?
Mabel : No es de
abrigo, traigo algo de verano. ¿Cuántos grados hace?
Pedro: Hace treinta
y tantos. Si fuera tú me quitaría ese chándal o te vas a poner a sudar.
Nos fuimos a la
habitación que nos habían preparado, que era la misma en la que me quedaba de
pequeño pero con la cama cambiada. Nos cambiamos y bajamos. Durante el almuerzo
estuvimos hablando, contándoles como nos conocimos, etc. Ellos querían saber
cómo era la Mabel, sus gustos, su familia y esas cosas. Tras una comida
bastante buena y copiosa nos fuimos a dormir la siesta (entre el viaje,
levantarse temprano, la comida y el calor era casi obligación. Tras la siesta,
nos levantamos y nos duchamos. Mi madre dijo que íbamos a ir a cenar a casa de
unos vecinos. Los vecinos eran Sofía y Luís. Ambos tres o cuatro años más jóvenes
que mis padres y de bastante parecido físico. La cena fue bien y después vimos
una película. Luego volvimos a casa y nos acostamos.
La verdad es que ese
día no paso nada a destacar, solo el quela Mabel se llevaba muy bien con mis
padres, sobre todo con mi padre; pero nada fuera de la normal. A la mañana
siguiente nos levantamos y cuando estábamos desayunando llegó mi padre.
Pedro: Buenos días,
¿han dormido bien?
Mabel : Sí, gracias.
Es muy cómoda esa cama.
Pedro: Es que el
colchón es nuevo, lo están estrenando. José, necesito que te vengas conmigo
para ayudarme con las herraduras de un caballo.
Yo: Vale, pero…
Isabel: No te
preocupes. Ella se viene conmigo a la piscina de Sofía –
Mabel : Pero no he
traído biquini.
Isabel: No te
preocupes, ya se nos ocurrirá algo.
Yo me fui con mi
padre y ellas se fueron a la piscina. Tras casi dos horas de idas y venidas y
de hacer algo más que herrar al caballo, por fin terminamos. Estábamos sudados
y, tras una ducha rápida y ponernos un bañador (mi padre me dejó uno), nos
fuimos a casa de Sofía. Y al llegar me llevé una pequeña sorpresa, ¡estaban las
tres desnudas tomando el sol en unas tumbonas! Me sorprendió, aunque no mucho.
Mis padres eran nudistas y les gustaba ir a playas nudistas, incluso les había
acompañado varias veces; y a la Mabel le gustaba y en alguna ocasión lo
habíamos hecho.
Pedro: ¡Vaya ! –
haciendo una reverencia – señoras, a sus pies. Mabel , todo lo que dije ayer me
parece poco. ¡Estás increíble! ¿De quién ha sido la idea?
Isabel: Pues ya ves.
Como ella no tenía bañador estábamos buscando uno, pero salió el tema del
nudismo y ella dijo que también lo hacía y, ya ves.
La verdad es que la
Mabel estaba increíble. Tumbada, desnuda, con las gafas de sol, sin ningún pelo
(solo en la cabeza) y con su piel morena.
Pedro: Pues, con tu
permiso, yo también.
Mi padre se quitó el
bañador y dejo a la vista un gran pico. Unos 25 cms y ancha .
Isabel: ¿Qué pasa?
Cuando nos desnudamos no se pone así – mirando a la Mabel – eso es culpa tuya.
Mabel : – riéndose –
Eso me demuestra que lo que dice de mí es cierto y que no lo hace por cumplir.
Pedro: ¿Acaso lo
dudabas?
El resto de la
mañana lo pasamos en la piscina. Todo hablando y comentando cosas, menos mi
padre, que estaba más preocupado por Mabel que por otra cosa. Por una parte no
me hacía mucha gracia que la mirara así, pero por otro lado había que ponerse
en su lugar. Cuando habíamos ido a playas nudistas, muchos se quedaban
mirándola, así que lo di por bueno.
Cuando se acercó la
hora de comer, nos vestimos y almorzamos. Después volvimos a casa y dormimos la
siesta. Para la cena volvimos a cenar en casa, pero después salimos por ahí a
tomar algo. La Mabel se puso una faldita vaquera corta y una camisa con un
escote generoso. Mi madre y Sofía también iban bastante provocativa, pero algo
menos. Fuimos a un pueblo cercano en una furgoneta de mi padre y llegamos a un
pub no demasiado concurrido. Al llegar nos sentamos en una mesa y empezamos a
tomar unas copas. A la segunda copa Mabel me sacó a bailar. Tras unos minutos,
mi padre llegó y me pidió bailar con ella, a lo que accedí. Al volver a la mesa
estaba Sofía.
Yo: ¿Y mi madre?
Sofía: No se. Estaba
bailando con Luís, pero no los veo. Solo veo a tu padre y a tu chica, y bastante
animados. Ten cuidado, que te la quita.
Yo: – riéndome – No
creo.
La verdad es que mi
padre y Mabel bailaban bastante pegados e Mabel no hacía demasiado por
evitarlo. Al cabo de unos cinco minutos llegaron mi madre y Luís.
Yo: ¿Dónde estaban?
Isabel: Habíamos ido
al servicio.
Yo: ¿Mucha cola?
Isabel: Si, pero ya
ha bajado.
Sofía y Luís se
rieron. Yo no lo cogí, ya que miré hacia mi novia y la vi bailando abrazada a
mi padre. Este le decía cosas al oído y ella se reía. Tras unos minutos
volvieron a la mesa. Seguimos hablando y bebiendo hasta que volvimos a casa y
nos acostamos. Durante el camino de vuelta no hablé demasiado pensando en el
baile del pub y lo que me dijo Sofía de que tuviera cuidado, pero al llegar a
casa decidí olvidarlo y no darle mayor importancia, pensando que había visto
cosas que no eran para tanto.
Por la mañana me
levanté a eso de las diez y media. Mabel no estaba en la cama. Bajé a la cocina
y allí me encontré a mi madre.
Yo: ¿Dónde está la Mabel?
Isabel: Con tu
padre. Quería ver los animales que hay y tu padre se los está enseñando.
Yo: Ah… vale. ¿Llevan
mucho tiempo?
Isabel: No, unos
quince minutos. ¿Por qué?
Yo: No, por nada.
En ese momento
llegaron riéndose.
Mabel : Hola, ¿hace
mucho que te has levantado?
Yo: No, hace poco.
¿Y tú?
Mabel : Hará una
hora más o menos.
Yo: ¿Viendo
animales?
Mabel : Sí. Quería
ver lo que hay por aquí.
No me hizo mucha
gracia la forma en que sonreían y menos después de lo que había pasado la noche
anterior con el baile. La verdad es que me estaba incomodando la situación,
pero trataba de disimular y no decir nada para no crear una situación violenta.
Mis padres y la Mabel se llevaban bien y yo estaba muy a gusto con Mabel y no
quería estropearlo.
Durante la comida y
toda la tarde, mi padre no paraba de mirar a Mabel. Mi padre se sentó al lado
de la Mabel cuando fuimos a comer; yo me fui a sentar al otro lado, pero mi
madre me dijo que la dejara ponerse allí, así que puse en frente de Mabel (la
mesa era redonda). Durante el almuerzo pude ver como mi padre le ponía la mano
sobre los muslos de la Mabel y que ella no hacía mucho por evitarlo. Su mano
colocada allí duraba poco pero lo repitió varias veces. Durante la cena
siguieron con ese “juego”, pero esta vez pude ver menos, ya que vinieron a
cenar Sofía y Luís y a mí me toco el sitio más lejos de la Mabel y mi padre que
volvía a estar a su lado. Al terminar la cena, mi madre propuso jugar a las
cartas.
Isabel: ¿Qué les
parece si jugamos a las cartas?
Pedro: Vale.
Mabel: Sí, me parece
bien.
Isabel: Vale, voy a
buscarlas y jugamos al cuadrado.
La verdad es que en
un primer momento no me agradó la idea, pero luego me pareció bien para
olvidarme de los pensamientos.
(Antes de seguir voy
a hacer un pequeño paréntesis para explicar en qué consiste el juego por si
alguien no lo conoce. Se juega por parejas y todos se ponen en círculo con tu
pareja enfrente. Cada uno tiene 4 cartas y se ponen 4 cartas boca arriba en el
centro. Cada jugador puede cambiar una carta de su mano por otra del centro,
las veces que quiera, como si quiere cambiarlas todas, y todas las cartas que
se encuentren en el centro pueden ser cogidas por quien quiera. El objetivo del
juego consiste en conseguir cuatro cartas del mismo número. Si alguien ha
conseguido las cuatro cartas del mismo número tiene que, mediante alguna contraseña
previamente establecida, hacérselo saber al otro para que este diga CUADRADO.
Entonces el que tiene las 4 cartas iguales las enseña para verificar y así
obtiene un punto. Gana la pareja que más puntos consiga, estableciéndose como
límite el que cada una quiera. La dificultad radica en que el resto de
jugadores puede decir CORTO CUADRADO cuando pueda interpretar que alguna pareja
tiene cuadrado. Al decir esto tendrá que indicar la pareja a la que se refiere,
ganando el punto si es cierto y dándole el punto a la otra pareja si es falso.
Evidentemente se puede hacer gestos para engañar a los otros y forzar a decir
CORTO CUADRADO cuando es mentira y así ganar el punto. Si llega el momento en
el que nadie quiere las cartas del centro, estas 4 se cambian por otras 4 del
resto de la baraja.)
Como ven el juego no
tiene demasiada dificultad. Mi madre fue a buscar las cartas, pero al volver
trajo las cartas, una botella de whisky y 6 vasos.
Isabel: Vamos a
darle un poquito de emoción y diversión al juego. José y la Mabel , nosotros
solemos jugar de un forma un tanto especial.
Pedro: Sí. Nosotros
jugamos a quince puntos, pero negativos. Es decir, pierde el que llegue a 15 y
gana el que menos consiga. Si una pareja gana la mano, no se le suma nada y al
resto se le suma 1 punto. Entonces todos, menos los que han ganado la mano, se
tomaron un chupito bien cargadito de whisky.
Sofía: El juego
sigue así hasta que se llega a los 10 puntos. Es ese momento, cada punto de más
implica que hay que quitarse una prenda como castigo, para lo cual cada uno
debe llevar cinco prendas encima. La pareja que llegue a 15 se quedara desnuda
y habrá perdido, ganando los que menos puntos tenga, los cuales tendrá derecho
a ponerles un castigo a los perdedores.
Isabel: Bueno, ¿qué
os parece?
Mabel : me parece…
interesante.
A mí no me hicieron
gracia las nuevas reglas que habían metido. Pero cuando iba decir algo, mi
padre me interrumpió.
Isabel: Bueno, ya
que todos estamos de acuerdo, vamos a hacer las parejas. No vale estar con tu
pareja esposo o novio.
Pedro: Mabel, tú
ponte conmigo. Isabel, tú ponte con Luís y Sofía con José.
No sabía que decir,
pero todos parecían estar de acuerdo.
Sofía: Ven. Vamos a
ver qué contraseña hacemos.
No me apetecía
jugar, pero todos querían y no quería estropearlo. Me senté en la mesa y decidí
que tenía que evitar que perdieran mi padre y Mabel. Teniendo en cuenta como
estaba la situación, tenía que perder yo. Podía empezar a decir “corto
cuadrado” sin sentido, pero eso iba a resultar demasiado evidente, así que
decidí hacerlo de manera más sutil.
Empezamos a jugar y
las manos se fueron sucediendo una tras otras hasta. Empecé concentrado y perdí
unas veces, pero con lo que me estaba tomando me costaba concentrarme en el
juego. Cuando me quise dar cuanta mi madre exclamó.
Isabel: ¡has llegado
a 10!
Se refería a la
Mabel y a mi padre. Yo había empezado perdiendo, pero después gané algunas.
Cuando me quise dar ellos tenían 10 puntos, Sofía y yo 6 puntos y mi madre y
Luís 4. ¡No habían ganado ninguna! Es verdad que Mabel no sabe jugar muy bien,
pero mi padre sí y, aún así, no habían ganado 1 partida. La siguiente mano la
gano la pareja de mi madre, así que les tocaba quitarse algo, pero como hacía
calor mi padre solo llevaba tres prendas (camiseta, pantalones y calzoncillos)
y la Mabel cuatro (camiseta, pantalón, sujetador y braguitas), así que
seguirían bebiendo hasta que se quitaran algo. Con 11, 7, 4 jugamos otra mano.
Tras coger un par de cartas, iba a decir corto a mi novia para perder y así
ellos ganar, pero Mabel se adelanto y se lo dijo a mi madre. Era falso, así que
me toco tomarme otra al igual que a Sofía y a mi padre, pero Mabel no. Ella
tenía que quitarse algo. Se levanto y, mirando a mi padre, se quitó la camiseta
dejando ver un bonito sujetador negro. Todos la jaleaban mientras lo hacía y se
volvió a sentar. Con 12, 8, 4 la siguiente mano, para mi desgracia la gano
Sofía al darse cuenta de lo que tenía mi madre. Otra vez perdía Mabel.
Isabel: ¡Dale, Mabel!
A este ritmo te quedas empelota y todos con ropa.
Mabel: Todos no. Tu
marido también.
Pedro: Cierto.
Mi padre se levantó
y se quitó la camiseta, mientras que Mabel se quitaba los pantalones. Mi novia
en ropa interior y todos mirándola. Como pueden imaginar las siguientes dos
manos las perdieron ellos (el resultado final fue de 15 mi padre y Mabel, 9
Sofía y yo, y 6 mi madre y Luís. Cuando perdieron la penúltima, mi padre se
levantó y se quitó los pantalones bastante rápido. Por su parte Mabel se
levantó y se desabrochó el sujetador muy despacito (he de reconocer que ver a
la Mabel así y el alcohol me la puso dura) tapándose con las manos un poco las
tetas.
Pedro: ¡Vamos!
¡Enséñalas!
La Mabel dejó caer
el sujetador dejando a la vista sus preciosas tetas. En la siguiente mano, como
volvieron a perder, se levantaron los dos y se pusieron uno al lado del otro.
Pedro: A la de tres
nos lo quitamos, ¿vale?
Mabel : si
Todos (menos yo):
Una, dos ¡tres!.
Los dos cumplieron y
se lo quitaron rápidamente y de golpe. Mi padre dejo ver una polla tiesa, la
Mabel la vio y se río.
Mabel : ¿Así te la
pongo?
Pedro: Ya ves.
Mabel : Buena
herramienta.
Los dos se dieron un
pequeño abrazo. A mí no me hacía ninguna gracia aquello, ver a tu novia desnuda
abrazarse con tu padre también desnudo, ambos alegres por haber perdido. Yo me
levanté con la idea de marcharme a la habitación.
Yo: Mabel , me voy a
dormir. Te espero en la cama.
Isabel: Espera.
Todavía queda el castigo. Los ganadores, nosotros, tenemos que poner el castigo
– tras hacerse un poco la interesante – Mañana estarán todo el día desnudo.
¡¿Cómo?! Esta era el
colmo. Ya estaba en la puerta del salón, todos empezaron a reírse y a hablar.
Fui a decir algo, pero pasé. Me largué y me fui a la cama. Me tumbé y traté de
pensar un poco. Esto se estaba pasando de la raya. Una cosa es llevarse bien
con tu nuera, y otra verla desnuda y que te pongas caliente.
Estaba ensimismado
con mis pensamientos cuando, pasados unos diez minutos desde me acosté, entró Mabel.
Traía la ropa en la mano, la muy puta caliente no había tenido tiempo de
ponérsela. La tiró encima de una silla y se metió en la cama desnuda (hacía
mucho calor).
Yo: ¿Te parece bien
lo que ha pasado?
Mabel : ¿A qué te
refieres?
Yo: ¿A qué va a ser?
A que te exhibas empelota delante de mi padre y se la pongas dura.
Mabel : ¿Qué quieres
que haga yo? Era un juego y esa eran las reglas. Además, siempre dice que estoy
muy buena, y tu padre es un hombre. Es una reacción normal.
Yo: ¿También es
normal los abrazos y las miraditas?
Mabel : ¡Pues sí!
¿Qué pasa? ¡Tu padre es un hombre y la verdad es que no está nada mal! ¡Si
puedo me culea! ¿Es eso lo que quieres que te diga? ¡Pues ya lo he dicho!
Yo: Pero, ¿qué
dices? Estás borracha.
Mabel : Puede que sí
o puede que no. Pero ahora déjame tranquila que quiero dormir.
Como ya dije la
Mabel es bastante provocativa y lanzada, aunque creo que se pasó de la raya. La
deje dormir y yo también me dejé dormir. A la mañana siguiente me levanté la
Mabel seguía dormida. Me fui a la cocina y allí estaba mi madre.
Isabel: ¿Qué pasa?
¿Has dormido bien?
Yo: Sí.
Cogí un poco de
leche y algo de pan tostado. Al poco llegó mi padre desnudo. Al verlo me
extraño.
Pedro: ¿Qué pasa? La
apuesta, ¿ya no te acuerdas?
Yo: Ahh… ya, claro,
la apuesta , no me acordaba de ella.
Pedro: ¿Y tu novia?
Yo: ¿Por qué? ¿No la
viste ayer lo suficiente?
Pedro: Sí, pero ver
a una mujer como tu novia desnuda es un regalo y de eso nunca me voy a cansar.
En ese momento entró
la Mabel, Iba desnuda. Se fue hacia mí y me dio un beso, luego busco a mi padre
y le dio un beso cerca de los labios y luego le dio otro a mi madre. Después se
sentó en la mesa al lado de mi padre, enfrente a mí.
Pedro: Vaya cara
traes. ¿Resaca?
Mabel : Creo que sí.
Eso y la cama. Es nueva, pero distinta a la mía y me duele un poco la espalda
por la parte baja.
Pedro: Si quieres te
doy un masaje para aliviarte. Isabel te lo puede decir.
Isabel: Sí, es
cierto. No es un experto, pero algo sabe.
Mi padre se levantó
y se puso detrás de la Mabel , que estaba sentada en un taburete. Comenzó a
darle el masaje a lo que Mabel respondió cerrando los ojos. Durante el masaje
me pareció ver como mi padre bajaba más de la espalda y le acariciaba el culo.
Me levante como si fuera a buscar un poco de agua y pude ver cómo era verdad.
Mi padre le estaba acariciando el culo y le daba igual.
Yo: Creo que ya es
suficiente.
Pedro: ¡Hay que ver
lo aguafiestas que eres! Deberías relajarte un poco y no estar tan tenso.
Bueno, me voy al corral, luego vuelvo. Antes me voy a vestir – mirando a la
Mabel – no quiero llenarme de mierda.
Mabel : No te
preocupes, lo entiendo.
El resto de la
mañana siguió tranquilo. La Mabel se paseo por toda la casa desnuda y mi padre
la pasó haciendo sus cosas en el corral y con los animales. A la hora del
almuerzo mi padre volvió, ya desnudo, y comimos. Al terminar nos fuimos al
salón a ver una película. Mi padre y la Mabel se sentaron en el sofá central,
medio tirados, de forma que solo cabían los dos. Mi madre y yo nos sentamos en
el otro. Puso una película, pero yo estaba más pendiente de donde estaba la
mano de mi padre y qué hacía Mabel . Cuando llevábamos unos 20 minutos de
película mi madre me dijo que la acompañara a la cocina.
Yo: ¿Qué quieres?
Isabel: Siéntate.
Yo: – sentándome –
Tú dirás.
Isabel: ¿Sabes? Creo
que tú no eres ciego ni tonto. Así que supongo que te habrás dado cuenta del
jueguecito que tienen tu padre y Mabel
Yo: Sí.
Isabel: ¿Y qué
opinas?
Yo: No me siento muy
cómodo. Ver a tu novia y a tu padre tonteando no es algo que me llame la
atención. Por cierto, ¿tú qué opinas?, ¿te parece bien?
Isabel: Sí.
Yo: ¡¿Cómo?! ¡¿Estás
hablando en serio?!
Isabel: ¡Calla!, no
grites tanto. Mira hijo, te voy a contar una cosa. Tu padre y yo, desde hace
algún tiempo, practicamos el intercambio.
Yo: ¿Intercambio?
Isabel: Sí. Desde
hace un par de años. Por ejemplo, con Sofía y Luís. Tu padre se ha acostado
varias veces con Sofía y yo con Luís. El otro día, en el pub, cuando decías que
no me encontraba, estaba en los servicios chupándosela a Luís.
Yo: ¿Es serio? Esto
no me lo esperaba.
Isabel: Pues ya ves.
Yo: ¿Y para qué me
cuentas esto?
Isabel: Primero,
para decirte que no me importa que tu padre tontee o se acueste con otras, yo
también lo hago. Segundo, Mabel. A tu padre le gusta Mabel desde que la vio. Y
está claro lo que quiere.
Yo: Pero la Mabel no
quiere acostarse con él.
Isabel: ¿Está
seguro? ¿Cuántas mujeres conoces que se desnuden delante de un hombre, dejen
que se rocen, que la toquen, que la miren, que le digan lo guapa que está, las
tetas que tiene y después de todo eso este sentada al lado de ese hombre, los
dos desnudos? Tu novia, te guste o no, es un poco puta. A ella le gusta esto,
si no ya lo hubiera detenido. Además, el otro día me dijo que no le importaría
follarse a tu padre.
Yo: ¡¿Cómo?!
Isabel: Sí, es
cierto.
Yo: Pero, ¿mi novia
quiere ponerme los cuernos con mi padre?… ¿Qué hago?
Isabel: Mira. Cuando
dos personas quieren culear, terminan culeando. Según veo, tienes dos opciones.
La primera es entrar en el salón, empezar a decir barbaridades y cogerte un
enfado monumental. Esto provocará que tu novia se enfade, que tu padre se enfade,
que lo dejes, que te vayas y que culeen. La segunda opción, es aceptarlo, darle
tu aprobación. Tu padre te estaría muy agradecido y tu novia estaría contenta,
no tendrías que romper y ellos culearian mucho más tranquilos.
Yo: Por tus palabras
deduzco que prefieres la segunda opción. Que sea un cornudo consentido.
Isabel: Mira. Como
te he dicho antes, tu novia es un poco puta. Por cómo se ha portado aquí, me
imagino que hará por ahí. Creo que es mejor saber que tu novia se acueste con
otros y que ese otro sea alguien que conozcas a que lo vaya haciendo por ahí
sin tu saberlo. Con tu padre no corres el riesgo de que te deje por él, y sabes
quién se la culea. Si la quieres, que creo que sí, sabrás que es la mejor
opción. Además, a lo mejor disfrutas, hay mucha gente que le gusta ver a sus
esposas o novias culeadas por otros. Entra en Internet y lo verás. Contestando
a lo que dijiste antes, quiero que seas un cornudo consentido, al menos esta
semana. Lo que yo haría sería salir y dejar que hicieran lo que quieran. Cuando
se vayan a casa, hablas con la Mabel y decides lo que quieras, pero no lo
estropees con tu padre por dos días.
Mi madre se levantó
y se fue al salón. Yo me quedé unos minutos esperando en la cocina. No quería
enfadarme con mis padres y lo que decía mi madre de que cuando dos quieren
culear. Tras pensarlo mucho decidí seguir el consejo de mi madre. Les dejaría y
ya el martes hablaría con Mabel . Me fui al salón y me senté. Los tres se
quedaron mirándome. Yo no dije nada y me puse a ver la película. Pasados unos
minutos, mi padre comenzó a acariciarle las tetas a la Mabel mientras ambos me
miraban. Viendo que yo no hacía nada, mi padre bajó su mano hasta la zorra de
la Mabel . Esta abrió las piernas y mi padre comenzó a jugar. Viendo que no había
reacción por mí parte. Mi padre beso a la Mabel mientras con una mano le tocaba
las tetas y con la otra el choro. Mabel dejo escapar varios gemidos. Mi madre
estaba como si nada. Al cabo de un par de minutos pararon. Los dos se quedaron
quietos mirándome.
Pedro: José. Tienes
una novia estupenda y me encantaría culearmela. ¿Me das tu permiso?
Yo: – tras unos
segundos en los que mire a mi madre y esta me dijo sí con la cabeza – Sí.
Mabel : Gracias
cariño. No sabes las ganas que tengo de meterme este pico. Me encanta que me
dejes culear con otro.
Pedro: Bueno –
mirando ala Mabel – Despídete de tu futuro novio cornudo y vamos a hacerle
crecer unos buenos cuernos.
Mabel : Adiós,
futuro novio cornudo. Me voy a follar con tu padre.
Pedro: Y tú, hijo.
Despídete de tu novia. Deséale una buena culeada.
Yo: Adiós.
Mabel : Adiós, ¿qué
más?
Yo: – sin casi
mirarles – Que tengas una buena follada.
Pedro: Vamos a
hacerlo en su cama, para que sea el primer polvo de la cama.
Mi padre y la Mabel
se fueron hacia la habitación. Yo me quede en el salón con mi madre viendo la
película sin pensar en nada. A los pocos minutos empecé a escuchar gritos dela
Mabel y mi padre: “Dame más fuerte, culea a la novia de tu hijo” “Hazle un buen
cornudo” etc. Mi madre me miró.
Isabel: Has hecho lo
que debías.
Yo: Creo que no era
necesaria esa humillación por parte de ambos.
Isabel: Da igual. Es
su juego. Tú síguelo y ya está. Ahora se trata de que ellos disfruten. Si es lo
que quieren, hazlo y ya está.
Yo seguí viendo la
película. A la media hora más o menos, mi móvil sonó. Era Mabel : “Ven”. Me
levanté del sofá y me dirigí a la habitación. Cuando entre la Mabel esta boca
abajo con mi padre encima metiéndosela por el culo.
Pedro: Entra. Solo
queríamos que vieras como se la meto por el culo. Me ha dicho que a ti no te
dejaba.
Mabel : Mmm… Sigue…
¡Mira a la puta de tu novia culeada por tu padre! ¡Esto es culear y no la
mierda que tú me haces! ¡Lárgate y déjame! ¡Ya ye avisaré!
Me volvía al salón.
Me senté y seguí viendo la película que ya no me interesaba lo más mínimo.
¿Cómo era posible lo puta que se había vuelto la Mabel de repente? Decidí pasar
de todo. Que hicieran lo que les dieran la gana. Tras casi dos horas desde que se
fueron en las que supongo que lo harían varias veces, el móvil volvió a sonar.
Era Mabel : “Ven, y tu madre también”. Se lo dije a mi madre y fuimos a la
habitación. Al llegar Mabel estaba tumbada en la cama boca arriba con las
piernas abiertas y mi padre besándola a su lado.
Mabel : mira mi
zorra con leche calentita de tu padre.
Yo: ¡¿Qué?! ¡Eso,
no!
Isabel: ¿Para qué he
venido?
Pedro: Para ver cómo
el cornudo de tu hijo ve la corrida de su padre de la zorra de la puta de su
novia.
Mabel : Vamos, a que
esperas.
Yo: No quiero.
Yo: Paso.
Mabel : Si no haces
lo que te digo, te dejo. Tu veras qué haces.
Yo: No lo dices en
serio.
La seriedad de su
cara me hizo ver que iba en serio. Cuando la Mabel iba en serio siempre ponía
esa cara. Yo no quería que me dejara. Tras varios minutos, decidí tragarme el
poquísimo orgullo que me quedaba y dije que sí. Irene seguía tumbada para
evitar “derramar” mi premio. Me tumbé y la Mabel se giró rápido y puso su zorra
enfrente de mí .
Mabel : lo ves?.
Pedro: ¡Que buen
cornudo tiene!
Mabel : Ya ves.
me levanté y me fui
al baño a quitarme esa vista tan asqueroso mientras ellos seguían hablando en
la habitación.
Yo me fui al salón y
mi madre llegó.
Isabel: Tu padre y
la Mabel se están duchando.
Yo: – de mala gana –
Gracias por la información.
Isabel: Te voy a
contar una cosa. Todo lo del juego de cartas y el baile estaba preparado.
Yo: ¿Preparado?
Isabel: Sí. Como te
dije, a tu padre le gusta la Mabel . Cuando fueron a ver los animales la otra
mañana, tu novia se la chupó a tu padre y fue ahí cuando decidieron que se
pondrían de acuerdo. Me lo contaron a mí y organizamos el baile, el juego de
cartas y…
Yo: ¿Qué más?
Isabel: La pequeña
charla que tuvimos tú y yo en la cocina.
Yo: ¿era una trampa?
Isabel: ¡No! Solo
queríamos conseguir algo y ¡lo conseguimos! La verdad es que casi todo lo que
dije es verdad.
Yo: Pero, ¿por qué?
Isabel: Tienes que
disfrutar. El culear con la misma persona cansa. Hay que variar. Y eso no tiene
que significar que se rompa un matrimonio. Yo quiero a tu padre y lo voy a
seguir queriendo igual después de haberse culeado a la Mabel Igual que él me
quiere cuando me acuesto con Luís o con otros. Y si a tu novia le gusta el rol
de cornudo consentido, pues dáselo.
Después de aquello
me quede pensativo y todo se fue a la mierda por darme cuenta lo puta y
asquerosa era la Mabel , esa noche la Mabel se la pasó toda la noche culeando
con mi padre, lo mismo hasta que nos volvimos a casa.
Al llegar la Mabel
me dijo que me fuera preparando que, a partir de ahora, me iba a convertido en
el cornudo más cornudo del mundo y que teníamos que visitar a mis padres más a
menudo. Por mi parte, la mande a la mierda por puta y a mis padres por malditos
.
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