Me folle y viole a la amiga de mi hija

Me llamo Paulo, tengo 35 años y una hija de 18 llamada Ana. Mi niña va al Instituto y raro es el día que no trae a una amiga a casa a jugar al ordenador o hacer deberes. Nunca había prestado atención a sus amigas, pero una de las veces trajo a casa a una chica llamada Nerea que me hizo fijarme en ella de lo buena que estaba. La chavala, de su edad, era preciosa de cara, con un pelo moreno largo que llamaba la atención y un cuerpo diez. Recuerdo que la primera vez que la vi me puse a cien.


La chica vestía un top blanco que marcaba sus pechos y un pantalón vaquero que ajustado que hacía resaltar su culo. La estuve mirando de reojo toda la tarde, imaginándome que se ocultaría bajo sus ropas y finalmente tuve que meterme en el servicio a cascármela escuchando sus voces y risas. Como la niña no se marchaba de mis pensamientos, maquiné algo para acercarme a ella y follármela. Pero todos mis intentos fracasaban debido en parte a mi hija que actuaba siempre como barrera. Un día, mientras compraba una carpeta en una papelería me fijé en un libro de parapsicología llamado "Manual de experimentos para psíquicos 3", así que lo abrí y comencé a hojearlo. En él habían toda clase de experimentos para atraer a otra persona del sexo opuesto hasta tu cama, así que ni corto ni perezoso lo compré y me dispuse a leerlo con avidez.


Aprender la técnica de los mensajes subliminales me llevó poco tiempo. Consiste en grabar en una cinta corriente de casete unos mensajes que luego se le harán escuchar, sin que ella lo sepa, a la persona que se desee poseer. Al principio no creía excesivamente en este tipo de "magia", pero la necesidad me obligó a emplear todas las artimañas. Compré una cinta de 90 minutos y grabé en ella mensajes subliminales del tipo "tu cuerpo me necesita, tienes un problema y debes dejar que yo te ayude, me deseas, estás cansada y yo te puedo ayudar a relajarte, etc., que repetía una y otra vez en la cinta. Cuando completé la grabación le pasé un más fuerte por todas las espiras grabadas hasta que desapareció la voz, desimantando el contenido y permitiéndome escuchar la cinta sin que se oyese nada.


El día señalado me dispuse a iniciar mi plan. Instalé un casete auto reverse en el cuarto de mi hija y cuando llegaron ella y su amiga Nerea lo puse en marcha. Las cuatro horas que pasaron las chicas enceradas en el cuarto no dejaron de escuchar mi cinta sin darse cuenta de ello. La operación duró 3 días. Para el cuarto día les tenía reservado algo especial. Había grabado otra cinta similar, pero en ella les decía que cuando escuchasen la palabra "hipnosis" entrarían en trance obedeciendo solamente mi voz. Les hice escuchar durante algunos días más ambas cintas y cuando creí que ya estaban lo suficientemente estimuladas cerebralmente inicié el ataque.


Comencé entrando en el cuarto. Les pregunté a las chicas que tal les iba el estudio. Me dijeron que tenían mucha materia y que no sabían qué hacer para digerirla. Intentando animarlas les dije que lo ideal sería grabarla en la mente igual que con la "hipnosis". Al instante ambas chicas perdieron el control de sus mentes y su cara cambió. Se quedaron hieráticas mirándome. Rápidamente entré en escena.


-Escuchadme las dos. Estáis cansadas y cuando yo diga tres comenzaréis a dormir. Una, dos, tres...ahora vuestro sueño es más profundo. Estáis muy tranquilas y seguras escuchando mi voz. Cuando yo diga tres profundizaréis más en vuestro sueño y sólo obedeceréis mi voz, la cual os reconfortará y ayudará. Uno, dos, tres.... Ahora estáis bajo mi control y obedeceréis todo cuando yo os pida...estáis de acuerdo...- pregunté a las dos.


-Siii...- contestaron a la vez.


Como estaba mi hija por medio y no quise inmiscuirla le ordené a sólo a Nerea.


-Nerea, escúchame bien, ahora estás bajo mi control. Mañana vendrás a ver a Ana a la misma hora, y cuando escuches la palabra "hipnosis" entrarás en trance y obedecerás a todo cuanto yo te diga. Has comprendido...-


-Siii...-



-Y tú Ana, mañana cuando salgas del Instituto, te irás a la biblioteca y no volverás hasta que la misma cierre. Has comprendido...-


-Siii...-


-Muy bien, ahora cuando yo diga tres despertaréis sin recordar nada de lo que aquí ha pasado. Habéis comprendido...-


-Siii...- contestaron al unísono.


-Una, dos y tres...-


Ambas chicas despertaron de forma natural. Yo seguí hablando con ellas como si no hubiese pasado nada y tras un pequeño rato allí salí para mi despacho.


Al día siguiente convencí a mi esposa para que se fuera a ver a un familiar a otra localidad y preparé el escenario de mi encuentro con Nerea. Comencé ocultando una cámara de video en la habitación donde me la iba a follar y me dispuse a esperar. A la hora convenida llegó la chica. Vestía una camisa de color blanco y una falda azul. Le abrí la puerta y le pregunté si quería tomar algo mientras esperaba a mi hija. Al decirme que si le dije:


-Te voy a preparar un refresco que se llama "hipnosis"...- y al instante la chica entró en trance.


-Estás ahora bajo mi control... harás todo cuanto yo te diga... estás de acuerdo...- pregunté.


-Siii...- respondió.


-Tienes novio...?.pregunté con curiosidad.


-Si...-


-Te has acostado con él...?-


-Si...-


Esta última contestación me dejo un poco abrumado, pues me hubiese gustado desvirgar a la niña, pero enseguida me recuperé del fracaso.


-Cuantas veces te has acostado con él...?


-Dos...-


-Cuando fue la última vez...?-


-Hace una semana...-


-Ahora tú eres una paciente y yo soy tu médico. Te voy a examinar a ver si estás bien.-


Me acerqué a ella y comencé a acariciarle la pierna hasta llegar a sus muslos. Los tenía suave. Le metí la mano bajo la falda y le acaricié por encimadesu braguita. Tenía la entrepierna caliente, así que metí un dedo por debajo del elástico de la prenda y noté sus pelos.



Mientras, con la otra mano le acariciaba los senos por encima de la blusa. Con cuidado le desabroché los botones hasta descubrir el sujetador blanco.



Dejé caer la camisa y la falda hasta tenerla casi sin ropa. Se veía súper deseable. Besé sus pechos sobre la prenda y cuando creí oportuno le desabroché el sostén, dejando al descubierto sus tetas adolescentes. Se veían sabrosas, con una aureola marroncita, no muy grande, sobre la que se erigían los pezones. Chupé con glotonería sus pechos hasta derretirme de placer mientras acariciaba su cuerpo tierno. Le bajé las braguitas dejando por fin libre su tesoro. Allí, guardado, se mostraba su conejo cubierto por una buena mata de pelo castaño deseando ser perforado. La tumbé en la cama, separé sus piernas y besé y chupé su almejita hasta hacer que se corriese. Cuando noté el brillo de sus flujos Le metí un dedo comprobando que su himen había desaparecido. Saqué el dedo y lo chupé, notando sus jugos salados. Me desnudé y me situé sobre ella, colocando la punta de mi polla frente a la entrada de su cueva.



Comencé a rozarle arriba a abajo empapando la cabezota roja con sus lubricantes. Poco a poco comencé a empujar hasta ver como desaparecía dentro la punta. Aquello estaba muy estrecho. La saqué despacio para volver a empujar más y más hasta que mi rabo desapareció dentro de su cuerpo y mis rizos se juntaban con los suyos. Noté el calor de su vagina y dejé que mi picha creciese aún más dentro de ella.



Cuando noté que mi cuerpo no aguantaba más comencé un pequeño bamboleo que me alejaba de su pelambrera para volver a sentirla en mi vientre. Aquella sensación de placer duró un buen rato hasta que noté que la calentura me invadía, a la vez que la leche comenzaba a fluir desde mis huevos. Empujé todo lo que pude cuando el primer cañonazo salía de mi rabo para empotrarse en el fondo de su almejita. Gemí como antes nunca había hecho mientras mi semen salía impulsada llenando la vagina de la niña. Mi cuerpo se descompuso cayendo todo mi peso sobre el de la chiquilla, clavándome los pezones de la niña en el pecho. La besé en los labios y le metí la lengua en su boca. Aquel polvo acabó conmigo. Tras unos minutos con el rabo aún dentro de la chica comencé a reaccionar. Me incorporé un poco para chupar de nuevo sus pechos. Al contacto con aquellos mi rabo comenzó de nuevo a engordar. De nuevo la bombeé. Ahora mis movimientos eran más pausados por el cansancio pero más lubricados por la cantidad de leche que se derramaba de su almejita. No sé cuánto tiempo continué clavándome dentro de ella.



-Cuando notes mi orgasmo córrete...- le ordené.



Seguí follándomela hasta que no aguante más. La chica comenzó a moverse al compás de mis envestidas hasta ordeñarme los huevos. Cuando mi leche tocó el fondo de su vagina la muchacha se corrió apretando mi rabo y prolongando mis corridas más y más hasta elevarme al paraíso.



Nuestras bocas se juntaron enmudeciendo nuestros gritos. De nuevo caí desfallecido sobre su pecho.



Cuando me recuperé saqué el rabo de su almeja. Tomé la cámara de vídeo y grabé su coño rezumando leche, su tierna cara de adolescente recién corrida y sus pechos rojos por mis chupadas.



Le ordené que se asease y se vistiese. Después la desperté y la dejé marchar.




Desde entonces me la follo cuando quiero y estoy pensando en mandarle traer a alguna amiga para hacer un trío.

Unknown

Escritor, recopilador, sexólogo, psicólogo y filósofo. Amante de las mujeres.

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