INCESTO & LACTANCIA






Hola. Me llamo Sara. Quería contarles una historia real que sucedió después de separarme y que continúa todavía. Tengo 27 años y hace dos me separé y me fui a vivir con mi padre que era viudo. Mi padre, de 57 años, y un poco chapado a la antigua, me acogió con agrado al principio pues se encontraba muy solo desde que murió mi madre, pero cuando se enteró de que estaba embarazada, me insistió para que hiciera las paces con mi marido. Yo me negué y lo amenacé con tirarme a la calle si no me aceptaba en su casa hasta que encontrara trabajo. Al fin accedió e incluso se mostró ilusionado con mi próxima maternidad. Mi padre siempre había sido cariñoso conmigo aunque, de natural serio, no era demasiado expresivo ni gustaba de abrazar o besar a la gente, incluso de la familia. Mi embarazo lo había enternecido sin embargo. Me quedé muy sorprendida cuando me dijo la primera vez:


-A ver esa esa pancita como va?


Y cuando se la hube enseñado, levantándome un poco la parte de arriba del camisón que llevaba en esos momentos, me puso la mano y me la acarició suavemente.



Me acostumbré al seguimiento diario que mi padre hacía de mi embarazo y yo misma le decía a veces, levantándome la blusa: mira como se nota ya! Y me acercaba para que él mismo lo comprobara pasándome la mano por mi vientre, a penas prominente. Yo también estaba muy ilusionada y andaba todo el día con la barriga al aire. Me sentía maravillosamente con mis pechos hinchados, turgentes, nunca los había tenido tan ricos. Por la noche, cuando me metía en la cama, o en el baño, mientras me duchaba, me los acariciaba y me los apretaba dándome muchísimo placer.


Mi padre le cogió gusto a besarme la panza porque cada día lo hacía más detenidamente y por más tiempo. Lo tomó como un ritual. Nunca pensé que mi padre pudiera estar excitándose sexualmente con esas caricias hasta el día en que yo misma, durante una placentera sesión de suaves masajes en mi panza, sentí una especie de escalofrío que me recorrió todo el cuerpo al sentir que la mano de mi padre hacía círculos muy abiertos sobre mi barriga y llegó a rozar los pelitos de mi pubis que me salían por al lado de la bombacha. Por dentro, me tensé bastante al sentir ese escalofrío pero hice como que no se me notaba y disimulé como pude mis pechos para que mi padre no notara como se me habían puesto los pezones con aquel latigazo, pues no llevaba sujetador y la tela del vestido era muy ligera. Al poco, mi padre se retiró y nos despedimos para ir a dormir. Me fui a mi cuarto con la entrepierna mojada y los pechos excitadísimos y cuando estuve sola me abrí los labios del coñito y me di placer entre jadeos callados para que mi padre no me oyera.



Mi padre siguió con sus toqueteos diarios a mi barrigota sin pasar de ahí. Eso sí, las miradas que me lanzaba a las tetas mientras me acariciaba no me pasaron desapercibidas, sobre todo después de que aquella caricia fortuita o que yo creí tal, en los pelitos de mi pubis, me hiciera vibrar como lo hizo.


Un día, mientras estaba con el masaje y tenía su cara más cerca de mi escote, que ya os podéis imaginar cómo lo tenía, me llegó a decir:


-Hija, que pechos se te han puesto...!


-Yo me reí nerviosa y solo acerté a decirle, orgullosa:



-Sí, verdad?


-Preciosos! me contestó mi padre, mientras me los miraba ya directamente.


Yo los mostraba, inconsciente de la calentura que estaba despertando en mi padre aunque algo empecé a notar cuando ya no fue una vez de manera fortuita sino que muchas veces se detenía como quien no quiere la cosa en mis pelitos, jugueteando con ellos, mientras me acariciaba la barriga. Así estuvimos un tiempo, extasiados con esas caricias que me daba y con una calentura cada vez mayor que se convertía en lujuria solitaria por la noche.


Una mañana, estábamos sentados en la cocina desayunando. Yo estaba en camisón, a través de él se adivinaba mi barriga ya notoria –estaba de siete meses- y mis hermosos pechos. De soslayo pude ver que en el pijama de mi padre asomaba un bulto que trataba de disimular como podía. Salió de la cocina y entró en el baño. (Luego supe, porque él me lo contó tiempo atrás, que prácticamente desde que llegué a la casa se había estado matando a pajas y que siempre después de tocarme la barriga, se tenía que ir al baño o a su habitación a darse gusto pensando en mí.)


Al salir del baño, ya menos tenso, me dijo:


-A ver, como va esa barriguita?


Y empezó como siempre a sobármela entera. Yo me dejaba hacer. A veces, lo sorprendía con los ojos cerrados mientras me acariciaba, como soñando, y un día me dijo


-Oye, nena, quería pedirte algo, espero que no te moleste, es que veras, siempre he tenido curiosidad por saber cómo sabe la leche materna y tu madre nunca me la dio a probar, me la darías a probar cuando te venga la leche?


-Me empecé a reír, diciéndole que era un chiquillo pero me pareció algo inocente y como un juego le contesté:



-Bueno, si te portas bien, te daré algo, si sobra, claro.


-De veras?? Exclamó entusiasmado sin dejar de mirarme los senos...


-Prometido! Le dije entre risas. Si eres un buen papito, te daré tetita.


-Ummmm... exclamó goloso mi padre y acercándose me dio un besito muy tierno y cálido en cada pezoncito que asomaba a través de mi corpiño...

Yo, divertida (y excitada), le dije:


Eh, que todavía no tengo leche!!



A lo que mi padre me respondió:


Bueno, está bien, me esperaré como un papito bueno a que estas tetitas estén en su punto pero has de saber, te lo digo científicamente, que los pezones hay que prepararlos antes de amamantar, no te lo ha dicho tu médico?

Nos reímos y la conversación se quedó ahí pero yo, por ver si mi padre decía la verdad y puesto que yo era primeriza y no estaba muy puesta en estos asuntos, le consulté a mi tocólogo que me reafirmó lo que me había dicho mi padre, que los pezones había que "endurecerlos" y que había varios métodos consistentes en frotar con una toalla por ejemplo y también, por supuesto, succionándolos y sobándolos. Cuando llegué a casa, le conté lo que me había dicho el médico y se echó a reír de mi incredulidad.


-Ves tontita? Se diría que tienes quince años... Anda ven aquí, desconfiada...


Me atrajo hasta sí sentándome en sus rodillas... Mi barriga era ya un poco más prominente aunque yo todavía estaba ágil. Papá, levantándome la blusa y bajándome un poco los pantalones, dejó toda mi panza al aire y empezó a chupármela como siempre, diciéndome:


-A ver cómo está esa barriguita? Y llevando una mano hacia mis pechos, empezó a acariciar mis pezones, ya erectos, por encima de la tela.



-Vamos a preparar estas tetitas para que puedan amamantar bien.. sí?


Mi padre me desabrochó la blusa y me bajó en sujetador. Mis tetas aparecieron, hinchadas, nerviosas, desafiantes delante de los ojos de mi padre. Yo me sentía orgullosa de mis tetas y aunque sentí vergüenza de estar así delante de él, la excitación era tal que mis pezones estaban empinados a más no poder. Mi corazón latía a toda velocidad al sentir la mano de mi padre recorriéndome un pecho, luego el otro... Me estaba excitando y no quería que se notara!!! En eso mi padre me dijo:


-Vamos a preparar este pezoncito, sí, cariño?


Y mientras con una mano me sobaba una teta, acercó su boca a la otra y dejando ver una lengua salidita, me lamió primero el pezón y luego me lo mamó mientras mientras murmuraba:



-Mmmmm que tetitas se te han puesto hija....


Mientras decía esto, no dejaba de sobármelas y de mamarme los pezones primero con mucha lengua, excitándomelos despacio, luego mamándome como un loco, gimiendo como un gato en celo... Al cabo, yo también empecé a murmurar y a gemir débilmente, no dejando ver totalmente la calentura que se estaba apoderando de mi entrepierna... y de la de mi padre, porque yo estaba sentada encima de su polla, que me estaba quemando en el culo...

Así pasamos un buen rato, mi padre venga a sobarme y a chuparme, con una lengüita que nunca ningún hombre igualó en lascivia... Era una situación un poco vergonzosa: un padre salido toqueteando y chupándole las tetas a su hija preñada mientras le restriega la polla bajo el pantalón, y una hija preñada y no menos salida, orgullosa de mostrarle las tetas a su padre y excitándose a mil con la lengua que su padre le da.

Mi padre estaba a reventar, me devoraba las tetas y gemía mientras se frotaba cada vez más rápido con mi culo diciéndome:


-Sarita, me quiero correr en tus tu bombachita con mi boca...



Entonces se sacó la ardiente pija (Que era mucho más grande que la mi ex esposo y la acomodó entre mi bombacha y mi culo. Yo, al sentir el contacto con el pija de mi padre entre mis labios que estaban hinchados por el embarazo y la excitación, empecé a moverme y a restregarme el culo con su pija en un vaivén cada vez más descarado y obsceno mientras mi padre acompañaba el ritmo con un movimiento en mis tetas que me hacía soltar alaridos de gusto.


-Sí, hija... que cuerpazo tienes... ummmm... sigue... sigue.... ummm como te mueves.... sigue amor....


Yo, incrédula todavía de las palabras que nos decíamos, de la calentura que se había apoderado de nosotros y del gusto que estábamos sintiendo ambos al rozarnos tan íntimamente, me abandoné al placer. Y cuando me di cuenta, tenía el rabo de mi padre clavado dentro... Me sentí una hembra como nunca me había sentido, preñada y follada por mi padre... Estaba en el paraíso...


A partir de ese día, mi padre siguió mi embarazo de mucho más cerca. Por supuesto me preparó los pezones de maravilla y pude amamantar a mi hijo y a mi padre. Vivimos unos meses de plenitud. El embarazo nos hizo desearnos perdidamente y el resto lo vivimos intensamente. Mi padre no se cansaba de cogerme, ni yo de que me cogiera. Estuvimos los dos hasta el parto permanentemente salidos. Pero esta calentura no se aplacó después del parto. Dos días después, me subió la leche, tenía los pechos muy congestionados y había que sacarla manualmente. Mi padre me dijo que los pechos debían colgar hacia abajo para poder extraer mejor la leche de ellos, nos lo dijo la enfermera cuando todavía estábamos en el hospital. Así que me puse a cuatro patas encima de la cama, mis enormes pechos quedaron colgando, me dolían mucho de la presión de la leche. Mi padre me dijo:


-Así, mi vida, muy bien, voy a ordeñarte con cuidado.


Mi padre me saboreo las dulces tetas, me las palpó bien mientras decía:



-Ummmm... Sarita, que tetas... ahora sí que se te pusieron ricas, eh?...


-Sí, pero me duelen mucho... Alíviamelas, papá!!


Mi padre empezó a sacar leche de mis tetas y yo me sentí cada vez mas aliviada y excitada, sobre todo cuando observé que mientras me ordeñaba y me mataba de gusto con sus manoseos, con la otra mano papá se había sacado la pija y se estaba haciendo una paja monumental, hasta que se corrió y juntamos su leche con la mía. Así convinimos que cada vez que yo le diera de mamar a él, el me daría de mamar a mí y que hasta que pudiéramos volver a follar, nos íbamos a ordeñar y a mamar mutuamente. Y así lo hicimos.

Después de esta maravillosa experiencia de amor y lujuria que nos proporcionó mi embarazo,..¿ cuánto creéis que tardó mi padre en decirme que deseaba verme preñada otra vez, que anhelaba poder gozar de mi cuerpo de hembra? El día que me lo dijo, estábamos en la cama, acabábamos de echar un polvazo de los que mi padre me echaba diariamente. Pero el deseo que mi padre me acababa de confesar de verme otra vez embarazada, me excitó como nunca lo había estado hasta entonces. Mi padre no tardó en empalmar nuevamente. Levanté ese día mas mis piernas, abrí bien mi rajita y le dije: papá, préñame! Mientras empujé cogiéndome a sus nalgas para que su polla me entrara hasta el fondo.... .Así lo hicimos muchas veces, mi padre descargando su leche muy dentro de mi vagina y yo cerrándola después de que me la hubiera echado, contrayendo los músculos, para que el semen de mi padre se quedara mucho tiempo dentro y así tener mas posibilidades de quedar embarazada. Al fin, el momento tan deseado llegó y la prueba del embarazo dio positivo. Mi padre no estaba en casa cuando volví de hacerme la prueba. Mientras lo esperaba, tomé un baño y me acaricié pensando en que pronto tendría otra vez las formas que volvieron loco a mí padre. Mientras me miraba, tuve la idea de afeitarme el culito y darle la sorpresa cuando volviera. Ya así lo hice. Me rasuré hasta el último pelito del culo, y me dejé los labios lisos, se me veían muy rosados y carnosos. Me excité mucho mirándomelo peladito y suave y me tuve que hacer una suave pajita mientras esperaba a papá, de caliente que me puse. Cuando llegó, yo me había puesto una bata sin nada debajo y estaba sentada en un sillón del sofá, hacía como que leía pero la excitación no me dejaba. Mi padre se acercó, me besó en los labios como siempre mientras me metía una mano por la bata hasta alcanzar bien una de mis tetitas. Yo le aparté la mano y le dije:



-Siéntate, tengo que contarte algo. Mi padre se sentó en el sofá, en frente de mí y me dijo:


-A ver, ¿ qué tienes que contarme amor? Soy todo oídos.


-Yo desabroché mi bata y dejé primero mis pechos al descubierto, a lo que mi padre lanzó un grito mientras me decía:


-Hija, cada día tienes las tetas más ricas, sin quitarles ojo.


Yo seguí abriéndome la bata y cuando la hube abierto por completo, puse una pierna encima de uno de los brazos del sillón y la otra en el otro, quedando mi rajita totalmente abierta ante los ojos de mi padre, que no sabía qué hacer cuando le dije


-Estoy embarazada...


Mi padre se volvió como loco, me chupó la rayita del culo con ansia, lanzando gemidos y murmurándome cosas tiernamente obscenas que me hacían estallar de placer. Me gustaba mirar su lengua, lamiendo y lamiendo mi culo mientras se agarraba la pija con la mano. Luego se la chupé yo. Tenía una polla durísima y bien gorda. Perdí el conocimiento chupando y chupando. La polla de papá me emborrachaba. Antes de correrse paró y me dijo que quería hacerlo dentro de mí. Me la metió allí mismo, sentada con las piernas abiertas en el sillón después de haberme hecho correr con su lengua y sus jadeos en mi rajita.


-Eres una hembra, hija, ninguna mujer me ha puesto el rabo como tú me lo pones... Me dijo entre gemidos y convulsiones, dándome embestidas cada vez más rápidas con su verga que me llenaba entera...

Nos corrimos como locos. Me sentí plena nuevamente. Preñada de mi padre y con su enorme verga nuevamente dentro. Nunca pensé que se pudiera estar tan caliente y ser tan feliz con un hombre.

Termine enamorándome de mi padre y para cuando nació mi hijo (Que era de mi ex esposo), decidimos hacerlo nuestro, es decir como si fuese hijo mío y de mi padre. Para esto nos habíamos mudado de la ciudad y ni bien terminara de criar a mi hijo , ya estaba pensando en tener otro hijo...pero con la esperma de padre. Los dos nos habíamos puesto de acuerdo en tener otro hijo que fuese producto de una relación incestuosa , ya que nos amábamos con LOCURA

Unknown

Escritor, recopilador, sexólogo, psicólogo y filósofo. Amante de las mujeres.

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