Me follé a las dos ladronas


Una tarde volví del trabajo antes de tiempo y cual fue mi sorpresa al encontrarme la luz del garage encendida. Me di cuenta por la rajita de luz que salía de debajo de la puerta, así que pensando que se trataba de un olvido me dirigí hacia el cuarto con la intención de apagarla.



Cuando me disponía a meter la llave escuché susurros, así que supuse que se trataba de ladrones y con mucho cuidado -ya que no quería que le hiciesen daño a mi preciada moto- me dispuse a hacerles frente con una barra de hierro que cogí del jardín.

Al abrir la puerta me di de bruces con dos jovencitas de aspecto elegante, a las que amenacé con la barra.

-Que cojones hacéis en mi casa...- pregunté nervioso.

Las chicas, de poco más de 13 años ni siquiera contestaron.

-Así que venís a robar... ahora os vais a enterar...- les amenacé mientras cogía a ambas por los brazos.

Una de ellas, la más guapilla se atrevió a hablar.

-No nos denuncie, si lo hace nuestro padre nos mata...-

-Eso no me importa, estáis robando y la policía vendrá enseguida...- volví a decir mientras señalaba una caja de fusibles empotrada en la pared.

-Eso es una cámara y os ha grabado, así que cuando llegue la policía le daré la cinta y se enterarán vuestros padres...- mentí mientras mi cerebro pensaba de forma rápida para sacar tajada del incidente.

-No nos entregue y le prometemos que haremos lo que usted nos diga...por favor, mi padre es muy violento y si le dice algo es capaz de matarnos...- contestó la otra casi llorando.

 
Seguí con ambas cogidas del brazo en dirección a mi casa.
Abrí la puerta y las empujé hacia el sofá.

-Como os llamáis...- pregunté ya más relajado.

-Yo Raquel...- dijo una.

-Y yo Elena...- respondió la otra.

-Sois hermanas...?- pregunté al ver el enorme parecido de
ambas.

-Si...- respondieron al unísono.

-Que edad tenéis, pues sois muy jóvenes para ir ya a la carcel...- volví a asustarlas.

-Yo 13...- dijo Raquel.

-y yo 15...-añadió Elena.

-Muy bien, pues debéis saber que yo soy abogado y con esa edad ya podéis ingresar en un reformatorio...no os mováis de aquí que voy a llamar a la Policía...- mentí.

Me alejé unos metros hasta la habitación de al lado y miré con disimulo por la puerta.

Ambas chicas murmuraban entre si con lágrimas en los ojos. Las dejé un rato para que se asustaran más y volví con el teléfono móvil en la
mano.

-Por favor...no nos denuncie, mi hermana y yo haremos lo que nos pida...- dijo una de ellas.

 
Miré a ambas chicas de arriba abajo. Las dos iban vestidas casi de igual forma. Una de ellas con una camisa y una falda de color celeste y la otra con un polo también azul y un pantalón oscuro. Me fijé en sus pecheras. A las dos se le notaban los bultos de las tetas bajo la ropa. Al instante mi rabo comenzó a reaccionar y mi cerebro comenzó a pensar en la forma de sacar tajada del incidente y pasarme a las niñas por la piedra, pues hacía varios meses que había roto con mi novia y mi polla no se corría en un coño desde entonces.

-Esta bien...haréis lo que yo os diga...pero todo lo que yo diga. Si no es así cogeré la cinta de vídeo del garage y se la daré a la policía...- me limité a decir.

Me fui a la habitación de invitados y escondí una cámara de vídeo entre los libros.

-Venid conmigo...-ordené.

Las chicas se levantaron y me siguieron.

Me las llevé al cuarto de invitados y cerré la puerta.

-Quitaros la ropa...quiero ver si lleváis algo más que me pertenezca.- ordené.

Las chicas se miraron y dudaron, pero al ver como cogía el teléfono con la intención de marcar comenzaron a desvestirse.

La mayor se quitó la camisa quedándose sólo con el sujetador, siendo imitada por la otra que hizo lo mismo. Ahora estaban las dos solo con sus tetas tapadas por la pequeña tela del sujetador.

-Ahora lo de abajo...- volví a ordenar.

Ambas comenzaron a quitarse las prendas. En un instante tuve a las dos solo tapadas con sus prendas más íntimas. La mayor se veía riquísima con su conjunto blanco con puntilla y la pequeña también estaba para comérsela con sus braguitas en las que había dibujada un piolín amarillo.

-Muy bien chicas...he dicho toda la ropa...- amenacé mientras agitaba mi teléfono móvil.

La pequeña se quitó el sujetador y las bragas dejándome ver sus pechos incipientes coronados por una abultada aureola rosada coronada por unos lindos pezones y su coñito castaño casi tapado por los rizos antes de ser ocultado por sus manos y brazos. La mayor no hizo ningún movimiento.

-Escúchame ladrona...quiero ver lo que escondes ahí...si no lo veo yo lo verá la policía...- dije con cabreo.

La chica comenzó a soltarse el sujetador y las bragas. Vi sus tetas de adolescente. Eran bastante más grandes que las de su hermana rodeadas de una aureola más grande y de color café. Cuando sus bragas abandonaron las piernas observé la negrura de su coño, oculto por un buen matojo de pelos.

-Daros la vuelta...-

Ambas chicas se dieron la vuelta mostrándome sus culos blancos. En ese momento mi picha se encontraba en el máximo de calentor y mis huevos amenazaban con estallar.

-Sabéis una cosa...nunca he visto a dos hermanas tan lindas...-

-Tú, la mayor...tienes novio?...-pregunté.

-Yo si.... -contestó la pequeña.

-O sea que ya tienes quien te toque las tetas...

La chica se puso roja y calló.

-Tú...veamos como le tocas las tetas a tu hermana... -me dirigí a la mayor.

La chica ni se movió, pero al ver como movía el teléfono levantó una mano y tocó el pezón de su hermana.

-Así no...zorra....como si tu fueras su novio.....porque seguro que ella te cuenta como se lo hace él...

De nuevo puso sus dedos en los pezones de su hermana y comenzó a acariciarlos. Ahora su mano hacía círculos rodeando las aureolas a la vez que sus dedos jugaban con los pitones que cada vez se ponían más erectos con el roce.

La pequeña no decía nada, pero noté como se relajaba y dejaba
a su hermana hacer.

-Tócate el coño...- le dije a la pequeña.

Al instante la chica bajó una de sus manos a su entrepierna y comenzó a acariciarse los vellos que recubrían su gruta. Las tuve así un rato.

-Chúpale las tetas...- ordené a la mayor.



La chica comenzó a pasar su lengua por los pezones de su hermana alternando una y otra teta mientras le mano de la pequeña seguía jugando con los rizos de su coño. Cuando ví que la menor estaba ya caliente le dije que se metiese los dedos en la raja.

Al igual que un resorte observé como con una mano se abría la almejita y con la otra comenzaba a pajearse poco a poco mientras su hermana no dejaba de comerle las tetas. Parecía que la cosa comenzaba a gustarle a las dos, así que decidí que ya era mi hora y con cuidado comencé a quitarme la camisa hasta quedarme con el torso al desnudo. Me acerqué hasta la mayor y comencé a acariciarla las tetas que se balanceaban frente a mi. Al notar mis caricias la chica dejó de chupar a su hermana y me miró.

-Déjeme...vámonos Raquel...-dijo enfadada.

-Cállate puta...- le dije mientras le daba un cachete en la cara.

-Chúpale el coño a tu hermana...- ordené.

La chica asustada se agachó frente a su hermana y pasó su cara por el coñito de la pequeña.

-Chupa de verdad o me voy a cabrear mucho...- añadí mientras volví a golpearla en el culo con la mano.

La menor estaba casi más asustada que su hermana y se dejaba hacer. Empujé a la pequeña que cayó con las piernas abiertas sobre el sofá.
Ahora la mayor se acercó a ella y tras separar bien las piernas de su hermana comenzó a chupar su gruta apenas recubierta por rizos castaños.

Mientras yo me había desnudado del todo y tras ponerme detrás de la mayor comencé a acariciar sus tetas que colgaban hacia abajo.

Le chupé los pezones con gula hasta cansarme.

-Vámos a otro cuarto...-ordené

Tumbé a las dos chicas en la cama y comencé a chupar a ambas.
Recorría el cuerpo de la mayor con la lengua y cuando quería pasaba a la menor.

Jamás pasé tanto gusto como chupando a las hermanas. El contraste entre una y otra era evidente. Para chuparle el coño a la mayor tenía que separar la pelambrera que tapaba su rajita mientras el coño de la pequeña apenas estaba cubierto de vello castaño. No sé el tiempo que pasé chupando a las niñas, pero cuando noté que la mayor suspiraba, mientras le chupaba el clítoris, signo inequívoco que se había corrido, situé la punta de mi rabo frente a los labios de su coño y empujé hasta que la cabeza de mi polla desapareció entre sus muslos. Lo noté muy estrecho, pero sin duda ya perforado. Así que comencé a bombear despacio mientras acariciaba con mi lengua sus pezones y con las manos pellizcaba las pequeñas tetitas de su hermana que se dejaba hacer.

Me tumbé en la cama sin sacarla dejando a la mayor montada en mi palo. La chica no hacía nada, por lo que tuve que golpear su culo para que se moviese. Era una gozada ver a la chica cabalgando sobre mi rabo moviendo de forma acompasada sus tetas de adolescente.

-Tú, chupale las tetas a tu hermana...- ordené a la pequeña.

La chica, asustada supongo, no tardó en obedecer mi orden. El espectáculo era impresionante; mientras la mayor cabalgaba sobre mi, la pequeña le chupaba las tetas a su hermana, y yo aprovechaba con una mano para acariciar a su vez las tetas de ambas y con la otra para acariciar el coñito de la pequeña. Lo tenía mojado, así que en un descuido le metí el dedo hasta el nudillo. La muy puta tampoco era virgen, así que comencé a sacarlo y meterlo a mi antojo.

Cuando noté que estaba a punto de correrme le dije a la mayor que parase. La hice desmontar y cogiendo del brazo a la menor la empujé hasta situarla en la misma postura que momentos antes tenía su hermana.

Con cuidado pasé la punta de mi polla por sus pequeños labios y cuando noté que los líquidos preseminales bañaban la punta de mi rabo comencé a penetrarla. La chica se notaba muy estrecha, pero con cuidado y muy despacio se la clavé toda. Cuando noté que mis rizos se juntaban con los pocos de su coño, comencé un ligero bombeo.

La mayor estaba estirada en la cama sin hacer nada, así que la obligué a chupar y besar a su hermana. Mientras aquella obedecía mis órdenes yo me dedicaba a sobar las tetas de ambas y a meterle el dedo en el coño a la mayor, jugando con sus tiernos labios y la suavidad de sus rizos. Aquello me estaba llevando a la gloria, así que cuando noté que mi rabo estaba a punto de estallar hice que la menor desmontase.

-chupad mi rabo...- ordené a las dos.

Enseguida las dos hermanas se pusieron manos a la obra.
Mientras le pequeña se lo metía en la boca, la mayor me lo pajeaba lentamente, alternándose ambas chicas. Yo aprovechaba para tocarle el conejo a las dos, notando sus flujos sobre todo los de la mayor. Llegó un momento en que me encontraba con el rabo en el dentro de la boca de la mayor y mis dos dedos medios en el fondo de cada uno de los coños de las hermanas.

Obligué a la menor a sentarse sobre mi cara dejando que mi lengua penetrase en su tesoro castaño y no paré hasta que gracias a mis chupadas la muy putita se corrió. Aquello era el no va más y creí que ya era el momento de correrme, así que me decidí por la menor, ya que nunca antes me había follado
a una chica tan joven. Las separé de mi picha, que noté ya empezaba a gustarles por la cantidad de flujos que emanaban de sus vaginas, y obligué a la menor a sentarse sobre mi rabo.

Como la chica acababa de correrse con mi lamida, el trozo de carne le entró enseguida hasta el fondo. La cabalgué algunos minutos bombeando despacio para hacer más duradero mi propio gusto. Mientras, besaba a la mayor y con mis manos le manoseaba las tetas y el coño. Cuando noté que el gusto me llegaba, chupé la lengua de la mayor mientras mi dedo profundizaba en su coño hasta casi hacerle daño. Noté como la leche abandonaba a presión mis cansados huevos, subía por mi polla hasta abandonar la misma y clavarse con fuerza en el interior de la almejita de la niña. No sé cuantos chorros de lefa expulsé, pero aquello fue maravilloso. Mientras la leche salía a borbotones de mi rabo no dejé de bombear dentro de la chica con movimientos largos que regaban su interior desde dentro a fuera. Aquello era el paraíso. Cuando creí oportuno hice que la menor descabalgase de mi miembro. Un chorro de semen le resbaló por los muslos empapando sus rizos hasta caer en la colcha.

Como aquella visión me excitó enormemente y como mi rabo aún seguía tieso cogí a la mayor y tras situarla sobre mi estómago hice que se la clavase en el coño. Los jugos de su hermana junto a los restos de mi corrida hicieron que mi polla le entrase suavemente hasta el fondo. Le chupé los pezones
con agonía mientras acariciaba las tetillas de su hermana. Me excitaba enormemente ver a la pequeña rendida sobre la cama con las piernas abiertas, su pequeña pelambrera mojada por el sudor que hacía que le brillase, y el chorrito de mi leche saliéndole por su pequeño agujero. Así que ante tanta exquisited aceleré mis movimientos follándome a la mayor, hasta que noté de nuevo que mis huevos iban a estallar. Apreté los labios alrededor de los pezones de la mayor y con las otras manos sobé los de la pequeña a la vez que le acariciaba el coñito hasta meterle dos dedos, notando la humedad de sus jugos y de la leche que le acababa de echar. Empujé mi rabo hasta el fondo en un movimiento continuo, hasta que la leche abandonó mis huevos yendo a chocar con el útero de la chica.

De nuevo sentí los espasmos del gusto, deslizando suavemente mi rabo para regar completamente el interior de la niña desde dentro hacia fuera. Aquello acabó con mis fuerzas obligándome a caer rendido en la cama. Cuando un rato después saqué mi rabo de la hermana mayor, de nuevo observé que la leche le salía hasta empapar su pelambrera.

Me levanté deprisa y cogí del otro cuarto la cámara de vídeo.
Grabé los dos conejos chorreando leche y los cuerpos, tetas y caras de ambas chavalas. Antes de que se vistiesen les recorté a cada una un mechoncito de pelo de sus coños que guardé con cariño. Besé a ambas y las dejé marchar no sin antes avisarle de lo que podía pasarles si decían algo. Desde entonces no las he vuelto a ver, aunque aún conservo la cinta de aquel día y me la meneo recordando aquel momento.

Unknown

Escritor, recopilador, sexólogo, psicólogo y filósofo. Amante de las mujeres.

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