La Trampa





Ainoa era una chica de de hermosas proporciones y pelo casi rapado, buena en los estudios y en los deportes, pero se declaraba pĂșblicamente lesbiana, granjeĂĄndole algunos enemigos.
y En especial con una chica de buena familia llamada Erika, ella era la mĂĄs popular de la universidad, prĂĄcticamente la reina y no soportaba que la superaran en algo.

La razón de tanto odio es que Ainoa no se dejaba someter, si Erika le ordenaba algo Ainoa la ignoraba completamente, si ella se mofaba de Ainoa, esta comparaba sus pechos con los de Erika, que............. al ser mås pequeños que los de Ainoa le sacaba los colores.

Pero la gota que colmĂł el vaso, era que entrĂł un chico nuevo en la universidad, Erika se quedĂł prendada de el, siempre los chicos le pidieron para salir con ella, pero se sorprendiĂł cuando se lo pidiĂł primero a Ainoa, la cual le rechazĂł dulcemente.

Erika estaba fuera de si, ¿esa lesbiana esta mĂĄs buena que ella? Estuvo todo el tiempo en su casa pensando en una forma de vengarse, tenia que ser algo que la humillara, que la pusiera en su sitio, entonces confeccionĂł un plan.

Al dĂ­a siguiente Erika se acercĂł a Ainoa para pedirle que fuera a su casa y la ayudase con el examen que venia.

Ainoa le extrañaba, pensaba que Erika no la tragaba, pero decidió estudiar con ella.

La casa de Erika era enorme, sus padres estaban de viaje de negocios y el servicio domestico tenia el dĂ­a libre, ambas cenaron tranquilas hasta que Erika preguntĂł.

-¿da mucho placer hacerlo con otra chica?

Ainoa la mirĂł sorprendida, pero le respondiĂł.

-si, a mi me gustan mĂĄs que los hombres.

-¿habĂ­as estado con un hombre? – preguntĂł Erika.

-no, no les veo el atractivo ¿y tu con una mujer? – respondiĂł Ainoa.

-no, aunque, a veces – decĂ­a Erika.

-¿sientes curiosidad? – preguntaba Ainoa.

-mas bien si – respondiĂł Erika -¿podrĂ­a probar contigo?

Ainoa la mirĂł sorprendida, la mirĂł detenidamente, su larga cabellera rubia y ojos azules le gustaban mucho y tenia unas bonitas caderas, mĂĄs de una noche se habĂ­a masturbado pensando en ella, no podĂ­a decirle que no, es mĂĄs, posiblemente la enemistad se acabarĂ­a y seria el principio de una gran amistad.

-por supuesto cielo – respondiĂł Ainoa.

-¿puedes esperarme en mi habitaciĂłn? – pidiĂł Erika tĂ­midamente.

Ainoa se retirĂł de la mesa y entrĂł en la habitaciĂłn de Erika, habĂ­a muchos pĂłsters de actores famosos y cantantes, no se sentĂ­a cĂłmoda desnudĂĄndose ahĂ­, pero si Erika se lo ha pedido, no podĂ­a negĂĄrselo.

Se quitó su camisa de forma muy masculina y se desabrochó el sujetador, mostrando unos pechos grandes y firmes con unos pezones oscuritos, después de quitó los pantalones con sus bragas, sus piernas torneadas en el atletismo y sus hermosas caderas atraían a muchos hombres, se preguntaba si su poblado vello pubico le gustaría a Erika, en ese momento oyó abrirse la puerta.

Ainoa se puso en la posiciĂłn mĂĄs sensual que pudo, pero vio varios chicos que se abalanzaron sobre ella y la inmovilizaron, Ainoa gritĂł pidiendo ayuda, pero Erika apareciĂł con una sonrisa en la cara.

-he pensado en hacer una pequeña fiesta, de hecho, tu eres la invitada de honor.

-¡por dios Erika! ¡QuĂ­tamelos de encima! – decĂ­a Ainoa asustada mientras sentĂ­an como los chicos le estaban succionando con fuerza los pechos.

-¡empezad! – ordenĂł Erika mientras estaba chupandosela a uno de los chicos.

Ainoa luchaba con fuerza, pero eran cinco y la estaban abriendo las piernas con violencia, como si quisieran arrancĂĄrselas, el chico se puso delante de Ainoa y se quitĂł lentamente los pantalones, cuando Ainoa vio la erecciĂłn del chico, se movĂ­a violentamente e insultando a todos en un vano intento de librarse de los que la agarraban y aĂșn con mĂĄs violencia cuando notaba como el glande de aquel malnacido acariciaba su vagina.

-¡follatela ya joder! ¡Que se mueve mucho! – decĂ­an los otros chicos.

-nena, aquĂ­ esta el doctor, voy a curar esa enfermedad de tortillera con mi inyecciĂłn – decĂ­a el chico antes de hundir su verga dentro de ella con una diabĂłlica sonrisa.

Ainoa gritĂł, gritĂł como nunca antes habĂ­a gritado, sentĂ­a como la desgarraban por dentro, como el que la poseĂ­a la penetraba con violencia.

-uf, uf, si, puta, grita, grita para tu macho – decĂ­a el que la poseĂ­a sudando como un cerdo.

Las lĂĄgrimas de Ainoa brotaban por su cara llena de dolor y asco mientras sus otros violadores profanaban sus pechos con sus manos y sus bocas, apretĂĄndolos con fuerza, succionĂĄndolos como si quisieran sorberles la vida.

-¡ayĂșdame Erika! ¡QuĂ­tamelos! ¡Te lo suplico! – gritaba Ainoa desesperada.

-¿pero que dices? Arf ¿con lo bueno que es esto? Arf ¿acaso no te gusta este regalo? Arf – decĂ­a Erika que estaba siendo penetrada por su amante.

Ainoa se resistĂ­a, pero el que estaba dentro de ella la taladraba con furia.

-aaaaahhh putaaaaa, putaaahhhh – decĂ­a su violador con gozo mientras eyaculaba dentro de ella.

Ainoa sintió con asco como su interior se llenaba con algo calido y viscoso, no podía evitar llorar, pero otro chico se puso encima de ella, intentó desesperadamente expulsarle, pero estaba débil y aquellas manos la sujetaban con fuerza.

Los jadeos de ånimo acompañaban a cada bombeo que humillaba mås y mås a Ainoa.

-joder, que estrecha esta esa putita, creo que acabarĂ© pronto – decĂ­a su violador.

-¡noooo! ¡Por favor! ¡nooooooo! – gritaba Ainoa antes de sentir esa segunda descarga dentro de ella.

-ah, ah, préñate putita, préñate toda, ah – decĂ­a su violador mientras daba sus Ășltimos bombeos.

Ainoa gritaba desesperada con los ojos rojos y bañados en lågrimas, oía a Erika exagerar su orgasmo mientras su amante acababa dentro de ella, mientras otro violador ocupaba su adolorida vagina.

El chico que bombeaba a Erika se corrió dentro de ella, esta se puso de pié, encima de la cara de Ainoa, abrió su vagina y derramó el semen de su amante en un acto de desprecio.

-admite que te gusta que te monten, no eres mĂĄs que una yegua – decĂ­a Erika con desprecio.

Ainoa no oyĂł esas palabras, solo lloraba y gritaba, su violador la abofeteaba para hacerla callar.

-¡tu! ¡deja de pegarla y sigue follando! ¡de esto me encargo yo! – decĂ­a Erika

Con sus pies, Erika pisoteaba el rostro de Ainoa que no paraba de llorar, incluso la asfixiaba apretando el cuello con su pie, mientras uno a uno sus violadores la llenaban.

-¡ponedla de pie! – ordenĂł Erika.

Los violadores la agarraron de los brazos obligĂĄndola a ponerla de pie, su vagina manaba sangre y semen que recorrĂ­a sus temblorosas piernas, se sentĂ­a desgarrada, sucia y usada.

-¡sonrĂ­e a la cĂĄmara! Yegua – decĂ­a Erika sonriendo mientras mostraba la cĂĄmara que habĂ­a oculta.

¡lo habĂ­an grabado todo! ¡habĂ­an grabado su violaciĂłn!

-bien, yegua, internet estarĂĄ contenta de tener este video mostrando tus.... talentos artĂ­sticos ¿en cuantas webs las pongo? – decĂ­a Erika con una sonrisa diabĂłlica.

Ainoa se arrodillĂł, no querĂ­a que eso pasara, suplicĂł que no publicara el video.

-bueno, si quieres que no publique nada, tendrĂĄs que hacerle un favor a mis amigos ¡mamaselas y bĂ©bete lo que te den! – decĂ­a Erika con desprecio.

Los violadores formaron un circulo alrededor de Ainoa, la cual, con los ojos llenos de lagrimas y titubeando, no tubo mĂĄs remedio que abrir la boca y empezar a chupar.

Mientras chupaba, oĂ­a risas y comentarios machistas acerca de Ainoa, esas palabras le dolĂ­an mĂĄs que lo que le habĂ­an hecho hasta ahora.

El violador eyaculĂł dentro de su boca, Ainoa no tuvo mĂĄs remedio que tragar ese desagradable sabor y chupar otra tranca, cada tranca que chupaba tenia peor sabor, cuando iba a chupĂĄrsela al ultimo, tenia la cara completamente llena de semen, el chico la agarrĂł de la cabeza y marcĂł un ritmo demasiado fuerte para ella, parecĂ­a que la querĂ­a asfixiar.

Pero no tardĂł mucho, eyaculĂł dentro de su boca, Ainoa reaccionĂł vomitando descontroladamente, ante la sorpresa y el asco de todos.

-¡lame tus vĂłmitos! ¡o seremos peores! – gritaba Erika.

Ainoa estaba aterrada, empezĂł a lamer sus vĂłmitos mientras sus violadores se pajeaban sobre ella y uno tras otro eyaculaban sobre su cuerpo.

-bien, bien, veo que la yegua ya estĂĄ domesticada – decĂ­a Erika.

Domesticada, ¡que palabra tan horrible! Pensaba Ainoa mientras terminaba de tragar sus propios vĂłmitos.

-bien, yegua, vete a ducharte, te lo has ganado – decĂ­a Erika con una sonrisa.

Ainoa se levantaba adolorida apoyĂĄndose en donde podĂ­a mientras todos la seguĂ­an en la ducha, allĂ­ el agua calida parecĂ­a limpiarla y aliviarla, pero todos incluso Erika la estaban observando, sus lĂĄgrimas se confundĂ­an con el agua de la ducha, dos manos jabonosas agarraban sus pechos.

-¡deja que te ayude en tu aseo! ¡putita! – el violador que la manoseaba.

Ainoa no dijo nada, demasiado débil para luchar, solo podía llorar mientras otro se le ponía delante y enjabonaba su culo.

Ambos se enjabonaron sus miembros viriles y susurraron que la limpiarĂ­an por dentro.

El que estaba detrås la penetró analmente, el de delante vaginalmente, Ainoa ya no se quejaba, se dejaba hacer, solo suplicaba que aquello no fuese mås que un mal sueño, que mañana se despertaría como si fuera un nuevo día, ni siquiera notaba como eyaculaban dentro de ella.

Los violadores, satisfechos, se fueron dĂĄndole las gracias a Erika, la cual, se acercĂł a Ainoa que estaba en posiciĂłn fetal y le dijo.

-bueno yegua, ahora sabes quien manda, jodeme otra vez y tu te quedarĂĄs bien jodida ¿estamos? – decĂ­a Erika.

Ainoa afirmĂł con la cabeza, se vistiĂł y se fue tambaleĂĄndose hacia su casa mientras oĂ­a las risas de Erika y sus subordinados.

Esa noche, Ainoa despertó gritando, soñó con aquel momento y seguiría soñando durante mucho, mucho tiempo.

Unknown

Escritor, recopilador, sexĂłlogo, psicĂłlogo y filĂłsofo. Amante de las mujeres.

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